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308 CAPÍTULO LXXVIH tencion y le cobró un miedo reverencial extraordinario, mas no por eso huía de sus discursos. Entró casualmente una mañana en cierta Iglesia donde el B. Diego estaba orando, púsose algo reti rado N de cuando en cuando lo miraba como á hurtadillas, pero cuantas veces lo hizo sus OJOS 5e encontraban con los del Beato en accion de quererle decir algo. Con esto su miedo 6 respeto se aumentaba, y salirse del templo no se atrevía á hacerlo; el B. Diego lo hizo antes, resuelto á y pasando muy cerca de él se paró y le dijo en tono bajo: « lo que quiero decir á V. es que no resista á las inspiraciones de Dios que está experimentando, » Con este dicho el temor 6 miedo se trocó en amor, y desde luego cooperó Á los au- xilios 6 movimientos del cielo, Concluyó sus estudios á que desde entónces se aplicó mas, se estableció en Málaga, y pagados muchos años, estando allí predicando nuestro Beato, el tal sugeto se sentía molestadísimo de graves tenta ciones en puntos de religion. Se resolvió consultar con el Beato, procuró lo grarlo, y en efecto lo consiguió. Estando cierto dia en la celda de nuestro en- fermero, entró el B. Diego, sentóse in- mediato á 6), y sin darle lugar á ha- blar, lo hizo en estos términos: « hace años que conocí á V. en Osuna, lo que á V. aflige y quiere consultarme es esto, aquello, etc. », y como si le- yese el corazon le fué refiriendo cuanto en él había, y siguió dando tan claras, poderosas, eficaces razones, que como cuando en un cuarto oscuro entrando la liz se destierran las tinieblas, así en su interior no quedó ni resquicio de la que muchos meses le traía inquieto y en extremo confuso. « V., concluyó el Beato, tiene muchos enfermos que vi sitar, 4 mí no me falta, que hacer, en- comiéndeme á Dios y»: dióle dl besar el manto ó la mano cubierta del sayal, cual acostumbraba, y se fué dejando á D. Manuel absorto y convencido de su santidad. 972. — Depone D. Manuel de Ben- jumea vecino y del villa, de quien nuestro Beato fué va- rias veces compadre bautizándole al- gunos de sus hijos, lo que vamos 4 referir, porque lo conceptuamos digno de colocarse en la clase de profecía ó vaticinio sobrenatural, bien reflexiona- comercio de se do que sea. Pero como la deposición que por escrito se presentó de lo que va á decirse sea en extremo di- fusa, pondrémos de ella. el extracto si- guiente en que darémos su Sustancia. Como dicho sugeto y su mujer tenían tanta devoción y fe en las del B. Diego, todos los les ocurrían de encomendaban oraciones asuntos que gravedad los Desde que lo alguna á ellas. conocieron y trataron, siempre que la señora se hallaba embarazada, acudían al Beato quien, contestándoles en la primera ocasion que con tal motivo le escribieron, les dice: « Pediré á Dios « por el buen éxito del parto de la « señora, y á lo que nazca se le pon « drá el nombre de Mariano José de « la Santísima Trinidad. » En efecto el parto fué feliz el dia 28 de Abril: estaba el B. Diego en el convento de Casares que dista de Sevilla como 30 leguas, y en el correo 1% de Mayo re cibe dicho Benjumea carta suya fecha el 30 del anterior en que le da la enhorabuena de la felicidad del parto, y congratulándose de tener un ahijado ( así lo llama) de tan hermoso nom- bre. Vuelve la señora á verse en igua les circunstancias, repite sus clamores al B. Diego; su respuesta: fué « No se « asuste V., comadre, saldrá V. bien; « yo iré á Sevilla por la Concepcion, « y á lo “que V. dé á luz se le pon- « drá María de la Paz. » En efecto el Beato fué á aquella ciudad cuando di jo, evacuó sus asuntos, é instando su marcha, fuése á ver á la le habló en « dre, ¿qué hace V.? mire que me voy « mañana sin falta, el bautismo ha de, « quedar hecho, y he de llevar ano: « tada en mi libro esa María de la « Paz. » Marchóúse al convento de don de volvió á salir para hacer el Ban- tismo, pues que la señora en aquella madrugada parió una niña á llamaron como el B. Diego había di cho. Vuelve 4 hacerse embarazada, y repitiéndose los ruegos, Beato alentando mucho á su comadre que tenga fe, que saldrá bien del lan ce, pero no seúala nombre á lo que nazca. Ninguno de la familia hizo alto en esto, llega el parto que fué difícil y peligroso, y el éxito de una criatura muerta; entónces sí que todos á una voz decian; « Fr, Diego lo sabía, por comadre, y estos términos; « Coma quien contesta el

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