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306 CAPÍTULO LXXVIM nuestra resol- vió en su v hacer este hurto santo, conociendo señora (4 e p. d.> interior de no entregarla que no podía ser descubierto, pues ni el Beato este podía hallarle. conocía al eclesiástico, ni Estando en este pensamiento le dice el Beato: « Fr Félix, ¿por que no ha dado Y. C. la Padre, respondió, porque no y dándole un golpe « vaya, Fr. reliquia? he tenido lugar cito en el. hombro le Féliz de advertir que había tenido coyuntura para hacerlo. (Seoilla, p. 25). 962. — dice: mentirillas más ó6 ménos , Es Tambien es maravilloso lo que sucedió al B. Diego en un viaje que hizo con el P. Fr. Miguel de Vi geras. « Saliendo los dos de para Monturque, apénas su camino cuando empezó á caer tan ta nieve, que condolido el R. P. Guar- dian pidió un coche á un devoto y lo envía en busca del Venerable ; Cabra comenzaron (l Cl)- ordena obra la noce interiormente lo que se con respecto á su persona, y maravilla de hacerse invisible, de suer- te que ni los pudieron hallar aunque pasaron por donde iban, ni adquirir noticia alguna de la mucha gente que encontraron en el camino. » (Sevilla, Pp. 26). 963. — Pasando el dicho siervo de Dios por el lugar de Estepa con mo- tivo de ir á predicar, se aloió en la casa del Párroco D. Miguel de Matas ya difunto, Síndico de la Orden de PP. Capuchinos. Con este motivo y con la alegría que tuvo toda la gente de cusa al acoger á una persona tan nombra da por su virtud todos se alegraban. Llegada la hora de la comida se pu- sieron todos en la mesa dandoal Beato el lugar de la cabeza á la derecha del Párroco ; mas este olvidándose de la comida ó poco ménos, y contento como otro Laqueo cuando alojó á nuestro Señor Jesncristo en su casa, meditaba solamente entre sí y. en silencio. la gran fortuna de tener á su lado y en su mesa á un Santo, porque tal lo creía. Aquí se hizo ver la agudeza del Beato, el cual conociendo por luz divina todo lo que pasaba en el corazon del Párroco, no permitiéndole su rara humildad y la baja opivion que de sí mismo tenía, y no pudiendo dejar que se usurpase á Dios un atributo que es suyo propio yá él solamente debido, amó sagaz- mente la atencion de todos los que estaban al rededor, se volvió hacia el ) fingiendo querer beber un va- vino á su salud y contra su modestia v sobriedad usñal, mirada Párroc: so de y con sem blante serio y serena le dice al mismo tiempo de darle el vaso: Padre Síndico, Dios sol J OPS Santo, yO so! un vil gusano de la tierra; cuyas palabras llenas de fuego hicieron tan ta impresion en todos y aun más en podido la sorpresa el dicho Párroco, que no ha jamas olvidarse de aque improvista, alabando u admirable se hacía ver en su siervo, (Proc. p. 320). 964. Muy graciosos son los tres Señor que tan casos siguientes. « Una vez yendo el Beato hácia Gausin, llegó un hombre que conducía un mulo cargado de pan. El Padre lo saludó y le preguntó qué cosa llevaba: el hombre respondió que eran calabazas, y el P. añadió: « Dios las ben diga », ú otra cosa semejante. Cuando llegó el hombre, descargó la bestia y encontró que la carga de pan se había convertido en calabazas. este hecho se hizo público y los jue Dícese que ces del pais secuestraron las calaba zas, y que fueron sembradas y crecen y Crecieron cón el nombre de calaba- vas del P. Fr. Diego. » (Pro Pp. 3014). Hemos visto algunas de dichas cala bazas, y su forma es verdaderamente la de panecillos, 965. — En la ciudad de Cádiz solía marchar un muchacho á pedir al Sier- vo de Dios algunas crucecitas que él le daba, pero el jóven las vendía; y una vez que volvió á pedirle las cru COS al P una cruz que no podrás venderla, y le hizo la señal de la cruz sobre la fren te la que le quedó impresa. Y la de ponente ha oído este hecho como pú blico y notorio. (Proc. p. 334 Y66. Exhortando el B un hombre á volver á4 Dios por medio de una buena respondió e este en tono de burla que se conlesa- ría despues que se hubiese un toro que tenía cerca. El Beato mo- vido de superior impulso llamó al fiero este le dijo : yO te daré Diego á confesion, confesado animal, el cual se en actitud de penitencia, y el Beato lo postro td sus pres acarició como úá quen deponía toda su fiereza y venía á pedir perdon de ella Al ver esto se conmovió el pecad Mm,
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