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1 Ñ y ! ¡ . : AA A A A AA A A em - . “s » 3 PP O ANA NAAA A 302 CAPÍTULO tas cuantas son las que sobre este argumento se leen en sus sermones de honras, dan mucho peso y autori dad para creer puéda haber dicho des- pues de su muerte á alguna per aquel modelo de sona, lo que ode, perfectísima pemtencia á la insigne Teresa que lo a y en paciencia: « *() fe Í liz po nitentit, quae tantam mui pro fué en ell ' / merutt rxortam : -» CAPITULO LXXVII Fortaleza, 940. Ll B. Diego fué un modelo perfecto de cristiana y apostólica for taleza, como lo prueban casi todas las páginas de la presente obra. Jesus era su fuerza, y el Beato le invocaba con frecuencia con esta Forta- leza mia ! Nunca se le conoció per Za 0 palabra tibieza cuado se trataba del bien espi ritual de sus prójimos: lo que se dice por proverbio « saca fuerzas de fla queza », Se vernficó en el Beato lar- gos años. lodado, pueblos, o ¡ Cuántas veces llegando en- mojado, cansadísimo á los Incapaz á juicio de sus compañeros de seguir el camino el dia inmediato y tratando de suspen derlo, les decía: « es verdad cansadillo « estoy, pero Veremos en amanecien- « do »! Dormía algunas horas, y vol vía á marchar, causando la lentitud en los primeros admiracion la fortaleza con tenía la fatig: chas apre- tado dolor de entrañas, iba al púlpito agobiado, en cojido, mortal, y predicaba econ la entereza y voz que pudiera el más sano y robusto!. 941. - ma virtud se sostuvo varias vista de varios peligros. Le en cierto pueblo en donde hacía mi sion, sugetos de carácter y de toda verdad, del peligro en que se hallaba conpasion pasos, y que SOS de aquella y otras mu jornadas. ¡ Cuántas veces de la vehemencia del con semblante casi Con el auxilio de esta mis veces a avisaron si no se ausentaba pronto, pues cons- piraban contra él, y así le instaban se retirase recordándole las palabras de Jesucristo: Sí os persiguieren en una eludad, huid á otra. Oyólos el Bea to sin inmutarsej y. con gran sere LXXvu nidad les respondiós « Algommás de la 6 ¿ « que V. me dicen sé yo:? Pero cómo « he de inter umpifla mision, en que « por la miseritordia de Dies. cóndkea Todo esó ardides ¿del « migo de las obras de Dios, pará in- « timidarme y que desista. Bien en- « tiendo las palabras y medios que VV « que se hace mucho fruto9 « que se trama son ene - « me proponen para ausentarme sia pero tengo fijas ( expresiones de ota: . « not Otras estas mi Redentor, que en « estos lance = de bemos obH ce podrán « Zahertros, lastímaros, y aun quitar «la vida á vuestros cuerpos; pero no ( podrán hacer daño á vuestras al « mas. y me siento con fortaleza para « llevar y resistir cuanto el Señor per « mita que venga sobre mí. » Y42 unos KFelesiásticos, En otra Ciudad le buscaron y compadecidos de las murmuraciones y dictámenes va rios que habían oido á personas di carácter contra sus doctrinas, le dije- ron: Padre, estamos muy dos de lo que contra Vo Je. sabemos, nos tememos con fundamento contrista- OLMOS que le preparan algun mal grave, ó un pesar no sólo de Derse privado de todo predi ar, si tal vez desterrado : se eotla con que V. £t. afloje, y no hable eon tanta claridad. « Lo que yo « temo, mis >enores, es (así contestó) «que nada de lo que vY. recelan se « verificará, porque no imito: á mi Re « dentor, así no merezco « su nombre ninguna padecer por vejacion: Ojalá « que fuese á « Filipinas, « Japon, donde OIZO decir que va ha me desterrasen y que porque estaría cercá del « ciendo progresos la predicación del « Santo Evangelio: ruegen VV. á Dios « que así suceda, pues al ménos con- « seguiré ser allí Doctrinero, y podré « decir: ahora empiezo mi ministerio; « mas en el ínterin tratamos de cum « plir nuestros deberes. » Y4S. Hacía mision en una Cin dad, y el Prelado aconsejóle con eft ¡ interpomiendo toda su cion y autoridad blase de tales y tales que temía, de hacerlo, disgustos € im- quietudes; cácia media para queno ha: asuntos, por y ademas, para, que se em- peñase con sugetos de valimiento en cierto negocio de muchasimportancia. A uno y á otro se neg6” con heróica firmeza, y tanto, que estrechándolo de