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300 ñero, y fatigados y martirizados con la mucha sed que los aflige, se acer- can á trabajadores del campo que tenían un cántaro con agua. el compañero por instancia y consejo del B. Diego, pero este siervo de Dios no prueba ni bebe el agua, y la ofre- ce, como otro David el agua de la cis- terna de Belen, á Dios nuestro Señor en sacrificio. ¡Qué prueba tan grande de su rigor y penitencia ! (Var- yas, p. 21). 936. — Parece era de dictámen, como lo fué el santo Abad Juan Peque- ño, que sin hambre y sed contínua no se domaán las pasiones. Cuando ya de más edad, y muy extenuado por contínuos viajes y trabajos de las mi- , tuvo á bien su Director miti- garle algo los ayunos, dijo sonrién- dose al recibir la carta: Jumento, ya lienes liceneía para ser gloton, veré- mos si se cumple en ti el refran: El vientre lleno alaba á Dios. A estas abstinencias agregaba la rígida mace- ración de la carne con crueles disci- plinas, y no satisfecho su espíritu con las que por Copstitucion semanalmen- le se practican en su Religion, se im- puso la ley de repetirlas tres veces al dia, cuando hubiese de predicar, aun- que luego extendió esta mortificacion á todos los dias, predicase Ó no, y aun la reputaba por cosa de poco va lor; y así escribiendo á su Director desde un pueblo de Galicia, dando cuenta de su espíritu y, mortificacio- nes dice: Sigo con la friolera de las tres disciplinas diarias. De estas dis- ciplinas servía la una de preparacion para la Misa, la otra en satisfaccion de sus pecados, y la tercera en cumpli- miento de los que en pueblos le hacían, Duraban el tiempo que sus Directores le tenían señalado, 6 el que las circunstancias permitían. Los instrumentos para sus Hagelacio eran varios ramales, y de ellos usaba segun la necesidad del dia: u- nos eran de cáñamo, otros de cadeni- tas, y ámbos armados ó: no armados, segun el método que le habían dado, de penetrantes puas. Utros eran cade nas algo más gruesas. Muchas veces cuando caminaba, se apartaba y ocul- taba en sitio oportuno, y allí satisfa- cía su ánsia de mortificarse con una muy fuerte disciplina, cuyo instrumen- unos lebe esta el sus siones encargos los nes CAPITULO LXXVI Lo siempre lleyaba Consiga, y tuando murió le encontró nd lo (1, 9:57. — Esta continuacion-.de golpes tenían su cuerpo llagado, porque Sus disciplinas le" hacian arrojar mucha sangre, y se vió el sitio donde “hábía estado haciéndola, muchas veces” pe- gado de ella con abundancia, particu- larmente en Ubrique, Málaga, Casa: y Ecija. Fueron con tanto excest en este último pueblo, porque veía el poco fruto que allí hacian sus sermo- nes (aunque despues lo cogió abun- dantísimo), que notado por los KReli- j temiendo no avisaron de ello al viendo no bastaban los ruegos, tuyo que desarmar su brazo con la auto- ridad del precepto, á que obedeció, se el holsi- res giosos y se auiquilase, Prelade y quien pero con esta exclamación: « ¡Ah! « padre Guardian, son muchos mis « pecados, son muchos los de este « pueblo, he venido á él á procurar « su conversion, se resiste á las vo- « ces con que se le llama á peniten- « cla: me parece que sus pecados en « fuerza de mi ministerio están sobre « mis espaldas, castígueme en ellas, « y el Señor les dará la docilidad de « corazon porque le clamo: pues si « no, ¿á que tie de seguir predicán= « dole? » De admirar es esta frecuen cia de disciplinas; pero mucho más el modo con que las hacía: parecia un cruel sayon, que revestido de inhuma- nidad se empeñaba en desahogar su cólera, colo decía, eontra el bruto de su cuerpo. Se notaba esto cuundo es- tando «en el Convento asistía la Comunidad á- la disciplina, á nunca, faltó, auuque acabase de entrar con la que (1) Sus sangrientas diarias disciplinas que toma ba el V, penitente con un manojo de alambres armados de puntas, el cual todavía se le halló sobre su persóna despues de difunto... Ayunaba las oebo cuaresmas de mi Santo Patriarca, que Pero ¡con qué graciosa cautela, sello llenan todo el año sino diez y nueve dias, ¡con qué rigor! y regio de toda su penitencia! Llega á las fuentes muerto de sed y de fatigas como sus otros com= pañeros, y el agua dice que no le sienta bien esiá á la mesa, y la carne es indisgesta para un hombre padecido, el pescado flemoso, el dulce y regalos, buenos para relajar más un estómago de- tin Ó legumbras y en bil; iy qué come al tan delicado Misionero? algunas (rutas cantidad muy corta. (Grazalema, p. 20).
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