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A qe Y il 296 CAPÍTI « daba honor, la Provincia se vé sin un hijo en que fundaba esperanzas de que en vida y doctrina aumen- « taría el suyo, y la Iglesia sin un « misioriero muy laborioso y útil. » 926, — Ni en las gravísimas enfer- ( ( medades anotadas, ni en las habitu,- les, ni en aquella tan molesta y aflicti va compresion de las entrañas, como ni tampoco en las operaciones” qui- rúrgicas á que sólo la obediencia le rindió, y 4 que se resistía cuanto po- día lícitamente, no por eximirse del dolor, sí por amor al recato, en nin- guna de estas dolencias se le oyó que jar, aun cuando por la postura de su cuerpo, por lo tardío de su andar, por la palidez de su semblante, por lo di- fícil de su respiracion, conociesen to- dos que la compresion de las vísceras y Otros achaques le apretaban en tér- minos de poner al más sufrido en un grito. Si en aquellas ocasiones, y en estar postrado en el lecho le preguntaban, «¿cómo va, P. Diego? » las de su respuesta ordinariamente era, « no va peor », y cuando más esta, « algo aprieta el dolor ». En las operaciones ya indicadas, padecía en extremo co mo daban á entender las indelibera- das y fuertes convulsiones de todo su cuerpo, la inmutacion de su rostro, y el sudor que corría por él; pero si ni un lamento ó quejido se le jamas, varias veces dijo á los enfer «Sólo Dios sabe, hermanos, lo escapo mMEeros* « que mi carne y mi espíritu padece « en para « nerme en ellas, me es indispensable estas operaciones: saste « prevenirme con la memoria de mi « Señor Jesucristo y de su paciencia « en dejarse desnudar en el Calvario. » De resultas de esta enfermedad, para precaver sus repeticiones, y en consi deracion de sus otros ordinarios acha ques, le ordenaron los facultativos abs tenerse de ciertos alimentos, y usar de ciertas atenciones consigo mismo, muy contrarias 4 sus deseos de peni tencia; pero si en ella aflojaba, obe dsciéndoles, suplía esta falta la pa ciencia que en ello ejercitaba, pues muchas veces, en especial en sus via jes, su comida se reducía á pan y al gunas frutas, porque lo demas que le aldministraban eca lo que le estaba vedado: pero siempre contento en la indigencia, la llevaba con alegre pa- TL O LXXV | ciencia. A estos tan prolijos y fuertes achaques de su cuerpo, se seguía el padecer de su espieitu que fué aun más fuerte y pr ijo, como dijimos en el n. 768, ya por lo que se empeñaron en ejercitario los hombres, ya los de monios 927. Aunque no estimase su fa. ma y reputacion por el ella individual 6 sulte, se veía obligado á crédito que de ' personalmente le re- mantenerla Religion de que por el honor de la era individuo, por su carácter, y sobre todo por el de su público ministerio. Su santa libertad en hablar la verdad fervoroso apostólico celo en sost su le nerla, su vehemencia en combatir los pecados y vicios, le concitaron el OdI0 y oposicion de muchos plebeyos y no plebeyos, sabios y no sabios, simples y condecorados sugetos, y quec ida uno á su modo procurase manifestar cuanto le amargaban sus reprensiones y doc- trinas. Queda apuntado algo del mal tratamiento que experimentó en, varios pueblos y aldeas de Galicia, y sólo añadirémos aquí, que el exceso de a ignorantes llexó plebeyos e diablo. enga ¡ad m3 quellos - hasta llamarle Judas ». Se ha anotado tambien pa te del modo con que sugetos de otro ron, tanto en u carácter le motej conducta cuanto en su sabiduría; y envidia repeliremos de paso, que la intentar hasta desacreditarle en los superiores tribu nales de la nacion, y con su Jefe: Su- ; Sa de sus émulos subió premo. Las lenguas, las plumas, ono faltarémos á la verdad si- añadimos que hasta la cargo deprimirlo y hacerlo odioso. De prensa tomaron « su esta conspiracion que. duró muchos años, no sólo en globo, sino por partes, tuvo ciertas noticias el B. Diego, pero nada de esto pudo quebrantar su he Hablen todos los vi- léanse sus im róica paciencia vientes que le oyeron; presos, repásense con reflexion las de fensas que en cumplimiento de sus deberes y desempe 10 de lo que se le mandó, escribió, y en todo se hallará practicada por nuestró Beato esta do: trina « ¿n multa patientia ». Se unen en cierta ocasion com o> diez y seis personas de no poca instruccion, con el mal designio de escribir contra la carta Ó papel que el B. Diego publicó sobre el asunto de la pretendida co”

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