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Cap. LXxv, — PACIENCIA cierto: Decid y dadlo por Antípoda de Jesucristo. de Balan vivo retrato, De la burra Parezco un Pues le daban de barato Lo que á mí tambien me dan: Por aquí conoceran Con que ningun fundamento Celebran mi entendimiento De sabido tanto y cuanto: ¿ Quién dirá tal del que en tanto Tiene visos de jumento? No lo niego, en verdad soy Misionero y Sacerdote, Mas lo es tambien fuí un zote, Y que lo mismo nre estoy: Por donde quiera que voy Parece tiempo de feria, Y aun la erudicion más seria Mira y admira mi modo; Mas eso de Dios es todo, Que de mí un Fray Miseria. Confieso que soy al fin Con la verdad más legal, En lo sabido un Naval, Y en lo santo otro Cain; No un Angel, no un Querubin Que eh ciencia ó virtud se note; No tampoco en algun dote; Crisóstomo Ó Agustino, Aquino; capirote. Í Ventura, Ambrosio 6 Sí un simple de Dad por tanto. á Dios la: gloria De lo bueno que en mí hubiere, Y dejadme. sea quien fuere, Que á Dios mi vida es notoria: Lo de Santo, eso es historia, Pues ni Cristo admitió tanto Dejadme tambien el manto, Pues para mantos no hay renta; Y así me tendrá más cuenta (Jue no me tengais por Bbanto. CAPITULO 'LXXV. 'actencia. 935. — Fué del B. Diego. enfermedad admirable la pacieneta Ademas de lá que pa leció por consistendo en h 1bitual muchos vehementí- anos, una sima Opresion de entrañas, que (1re- cuentemente le ponía en las extremas angustias, y de deció otros achaques. pua- tres agudísimas enfermedades La primera en Sevilla, La segunda, | 9095 de tuvo en la cuaresma del año de 1749: esta la padeció en R mda. La tercera, no hablando de la que terminó su vi- da, quellas, mus pri longada, más doloro- ó aflictiva, y para el Beato más dura que todas ellas juntas, pues le al hierro y fuego, de cirujia resultas del desmedido trabajo que fué sino tan peligrosa como A sua obligó á eutregarse y . i por donde los facultativos hacen pasar aun á los que más aman. Las otras dos fueron peligrosisimas. En la que padeció en Sevilla, - suce- dió una cosa bien rara; y fué que uno de los noviCcios llamado Pr, Ma nuel de la Redondela, que como los los de carl dad que se hacen con nuestros en- fermos. € resuelto á soltar el há bito porque le parecía muy dura nues- tra vida; era la suya muy laudable, y se prometía el P. Maestro y Comu- nidad en él un buen religioso. Una noche al concluir de estilo que se hace a todo enfermo, díjole el demas entraba á oficios staba la visita Maestro; «hermano, quédese V., 6. asis tiendo al Padre la hora de Mal quedóse en la celda, y si eran hasta lUnes »; ] muchas las fatigas del enfermo, era mucho mayor la paciencia con que las toleraba; fijósele esta idea, que no pudo separar de sí, y ella sola basto' para que entrase en cuentas y para que, venciendo la que entónces tentación del enemigo, fiv conoció ser mase sus no sólo de se cuir en la Religion, sino de imitár en cuanto pudiese al B. Cádiz. Desde en proposilos, tónces advirtieron todos rara mutación en el: novicio que profesó con gene ral aplauso y complacencia, y dos- pues estudió con mucho aprove( ha- ' obediencia leyó filosofía y teologíÍ CE nuento, modo que por hasta que es tando en el último año de su cátedra terminó su. vida con universal senti miento de su Provincia y de los se- glares que veíun en él un otro B. Die virtud y don de predicación, ' muv sensible estafalta ú4 nuestro B, go en j j significó en las siguien p: Liector u lego, como lo 16s expresiones en curia al del difunto jJÓvVen, « Adoremos los 1n comprensibles juicios del Altísimo: « considero á V. P. afligido por la « temprana muerte del P. Fr. Manuel; « conuzco que tiene razon, pero sl Y. « P. ha perdido un discípulo que le

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