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! 294 CAP. LXXIV. « migos. Con la misma paz interior « recibe los honores y obsequios de « los Obispos, que las burlas de los « implos: con la misma tranquilidad « de su espíritu se vé y oye aplau- « dido y venerado por Santo, que des- « preciado por hipócrita, seductor y « falso Profeta. Los discípulos del Fal « vador perseguidos y acusados, son « llevados ántes los Jueces y Tribu- « nales llenos de gozo por el nombre « de Jesus; a del mismo mado, rebo « sa de contento y alegría el P. Cá « dir. viéndose desprecl Miado y acusi ulo « falsamente.... Tú, espíritu de humil « dad, tú quitaste á las cátedras un « hombre digno de regentrarlas por « su sabiduría y vasta erudición. Tú 5 « quitaste á la Iglesia una Mitra tan y « santa, tan excelente, tan ej=mplar, I « tan útil, y tan provechosa al pueblo $ « cristiano. Tú, esp oe de humilla- q « cion, tú retraes A bierno y Pre | « lacías del Orden Oápuchinó á un « hombre dotado de superior talento, dl « y de los altísimos dones de pruden j « cia y consejo. Tú llevas á los pies « de unos enfermos asquerosos, las « manos y los labios de un hombre | « 4 quien honran todos los pueblos y y « cabildos como á varón de Dios. Tú ll « haces exclamar y decir con el Pro h « feta « a, a, a, neseio loqui » á Un « hombre, que sobre el púlpito es la « admiracion de los sabios y maes i «a tros. Espíritu de humildad, tú suje « tas como-súbdito á la voz de un ¡ « fraile lego 6 donado á un hombre Ñ « Pa señorea los corazones de todos. E « Tú hares que Fr. Diego sienta tan H « bajamente de sí, de su persona, de h « su ciencia, de su predice ación, de su A « virtud. » Ú 928. — Y el Canónigo Prieto no 1 mónos admirado dice: « Añádase á a « esto, aquella humildad tan de o « corazon y tan firme, con que léjos í « de estar asido á su parecer, lo so y « metía con facilidad y gusto al« « jeno. Humildad con que, sin AO « go de sus raras dotes para la bri « lante carrera de las cátedras, pudo « recabar con los Superiores que le « eximiesen de ellas. Humildad, que « con ser hidalguísimo y descender de las primeras familias de la na- cion, le hizo despreciar tan de todo punto este vano, humoso re splandor, HUMILDAD « qUe nunca tomó en boca su linaje, «Humildad con vez de « greirle ni desvanecerle oe apas y Reyes como Pi vi 'árlos Il que lo honraron, hundirse, y que en en- los aplansos « de > ha- period sin suelo de su nada... a. y « cian abatirse, q « en el abismo « Humildad finalmente, que provocada « de palabra, por escrito, por obra, en « secreto y en púb lico, dentro y fue- « ra del nea dilo tribunal de la fe, y « reprensiones injustas, m a1 trono, asaltada con m- rentas, « al i andatos « discretos, sátiras mordaces, a « y calumnias... « cible, tranquila, supo sostenerse sin defensa, apa sin que « ja, sin ceño, volviendo bien por mal, « y triunfando en contrastes tan difí « ciles de sí mismo que es mayor ha « zaña que la de fuertes « ciudades. » 924. — Concluimos el presente cs pitulo con los siguientes versos que el B. De sengaño que de sí ofreee al comun de los Pueblos Fr. Diego José de Cádiz. contra infundadas celebraciones conquista Diego compuso con este título: Sus Y aplausos. DECIMAS. Cuando advierto en mis Misiones La conmocion de las gentes E mpenros 1impe rtinentes E indiscretas devociones, Aplausos, celebraciones, Y el comun modo de hablar Suelo para mí exclamar: ¿Qué fundamento tiene ? Si el vulgo no se contiene Lo debo desengañar. ¿ Quién Padre Diego ? Preguntan los Pueblos todos; Responden de varios modos, Pero ni así callan luego; Unos dicen: Es el De un Elias en lo ardiente; Otros, que'un Pablo eminente, O un Apóstol señalado, Jn Ferrer resucitado Que lleva tras la gente. : ¿Qué esto, decid, que hablais ? ¿ Qué es lo que pens: us de mí? Ni soy ni jamas (uí Lo que de mí asegurais: Que soy Santo no digais, esto es este fuego sí es Ni algun Apóstol de Cristo, No un Pablo ó Ferrer bien quisto: Si hablar quereis con acierto,

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