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CAP. LXXIV. CAPITULO LXXIV. Humildad. Hablando de la'extraordina ria humildad del B. Diego, 'áneo suyo lo siguiente: « Co 8953. i uecia ul contenip01 mó me aseguran sugetos que trataron íntimamente al Siervo de Dios, á la manera que «a Sto. Tomas de A ¡un por su cólebri victoria contra la mpu reza, merecio que un Angel lo ciiera el cíngulo de la castidad, así nuestro Vi nerable y abi mado Misionero por sus repetidos, contínuos y cordiales actos de humillación, mereció que el Señor le concediera el favor especialisimo de que ni le pasaran mil leguas de la idea los pensamu nlos vanos y de so berbia y engreimiento. ¿Sería profun— ; i dísima su humildad y sería intimo el conocimiento de su nada propia (Graza ema, p. sy4, del B. muchísimas cartas Diego que nuestros lectores ban podido leer en la presente obra, habrán visto con asombro á cue alto erado legó su humildad. Con razon decía su venerando Director el P. Maestro Gonzalez que el / Fr. Di humildad de De profundísima humildad nacía aquel vil Maior mita y aro di tanta ego era medio tantos honóres. St en concepto que tenia de si misnio, re putándose por el más necio y despre ciable de los mortales. ¡A Is supie- sen las gentes quién sol, cómo st oOrrortaarian Y anu pasa an « ti Parma piedras! Estas y otras sena ¡antes expresion se las oí ri petidas rta > = VOCOS de Zarate e tenla por el por senti mayor pe: de 14 del mundo, antípoda nLo le ' Isto, y estos ha formar los más sublimes actos de con trición, y repetir ante los fieles expr ] 1On4 como estas que dijo pi licando en Jaen: « ¿Cóm ). me sufris, Jesu «“ mio / si M pul w la fi M ñ á ' ú ma que vó Jacob hab d ) ado a su a nado Jo ¿COMO pl “ mis, venir á m1 mano puid de « qu sov un monstruo ' td y « horrendo de iniquidad y vuelto j ' ' 1058 Oyentes dl Ñ no y) dude! 20 4 ' ] » ñ HMHSsimo pecado deno a ni nfiernos, « que hay, no: basta para « astigar mis pi do est gi pa 230 HUMILDAD cen un aborto de sus abismos; pedid á este Señor por mí, mis hermanos, que vu le rogaré no Os casugue por mi ». Predicando en Cádiz dijo de S en el púlpito : 1 No acabals de « conocer que son el mayor de lo « pecadores, y que mis culpas han USCcurod ido ui entenduniento de tal « manera que á ningun pecador le « han convenido como á mi estas pa « labras : co DaAratus es umenteis, el «- SiM s factus est is? No e como « me sostiene Dios sobre la tierra : no 110OS SO y mios ) «Ilo dijo e nadosíi « pondero, | coran JR*<oexdor ! IVISHIMO pe Guadix Si pecados n Í con el cono e mi SO 4 comiendo aquel] 31mo Obispo, es impide que tantas « criaturas vienen. a oImrnme de más le llenas de « ocho, diez, y sua « fe, no vavan remediadas en toda « sus necesidades de alma y cuerpo « ¡cómo temo, Señor, que clamarán « contra mi en el pun 0! » SU6. Abisma el fondo de humil- dad del B, Diego; todos aciertan .en su juicio, ménos él, Yo soy un hombri carnal, decía coa frecuencia á su Gon sultor, soy una bestia no sé cómo D Os me sujr J totera; fu econoceras tú te des 'NIIand- quién es tu hermano PÁS. SOY un qran pecador A lo cual lleno de admiracion «añade un autor contemporáneo : « ¿ (Qué dices, Fr. Die go? ¿tú hombre carnal? ¿tú gran pec dor Y ¿LU que extiende la gloria de Dios y de su santo nombre pol todos los pueblos dá la España, tú que llevas escrita en tu frente, grabada en tu exterior e impresa en tu rostro la modestia, la imágen de la perfeccion evangélica tú hombre ca nal? ¿YU reg dado del cielo con dulzura Inmbe Mores Í quie UL tran porta que le enciendes en el nto aeriicio de la Misa, ab lo sieupre y empapado en Dios, tú gran pecador? ¿tú que man das al demonio y le obedece, á la en fermedad y huye, a lo elemento y tempestad y si apla mn hombre carna ¿ dotad de la gracia de mias ) de p ofecía, de disereción de espiritus y ll todas aquellas de que habi X pol S, Pablo en $u pri nera á lo Cormtos, tú bestia, hom pre carr ¡ y 10 p ( ulo (Vargas). Sy Parece que u único estudio lo pu Í prende: Í $ ha nilda y

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