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) 4 4 a Ñ 3 E 4 4 4 280 CAPÍTULO LXXiÍ en provecho propio. Nunca manejó el dinero. 877. — Entre otros muchos pasa jes que por este estilo podría referir, sólo diré el que sucedió en Cádiz, En la actualidad de hacer mision en ella, “6 noble Ayuntamiento, para que el Beato pudiera satisfacer á la devoción de los fieles, dispuso mandarle dos ca jones de medallas y rosarios, para que les concediese indulgencias, y á su arbitrio las repartiera: las bendijo el Beato, pero no fué posible queda sen allí los cajones: « No, nó, decía, los que los han visto entrar, pueden entender ser otra cosa: no los admito; salgan, salgan prontamente, para que los vean: salir los que los han visto entrar », y así se verificó Esta misma Ciudad - le presentó y suplicó adini tiese un devotísimo Crucifijo de es cultura, en señal de gratitud, ya que se negaba á otras propias de su ge nerosidad. « Estoes de mucho precio; no dice, no, con mi estado. » De aquí nadie pudo sacarlo. No quiso recibir en Jaen unos retratos del Santo Rostro que con marquitos de filigrana le pre sentaron de parte de aquellos Ilmos. Cabildos ; y lo mismo sucedió con o tra reliquia que le daba el Señor Ar zobispo de Toledo, hasta que le qui- taron la guarnición de plata, y con unos libros ricamente encuadernados. 878 - Sabiendo muchos Señores Obispos que nada admitía, solían pro- porcionarle algunasy excelentes obras de Santos Padres, para que de ellas Se sirviese, y esto lo recibía ; pero de resultas de unos ejercicios espiritua les que hizo viviendo en Málaga, for- mó escrúpulo de tenerlos en su celda, y entrando en ella una mañana des- pues de celebrar, tocó á despojo, como suele decirse, miró los libros y excla mó: «; Libros de Fr. Diego de Cádiz! ¡Fr. Dieyo de Cádiz, dominio, ni uso de libros, 6 de otra eosa que pueda llamarse propia! ¡Blasfemia! » En a- quella misma hora los puso todos de la parte afuera, y los condujo á la Biblioteca comun del Convento, y allí los buscaba cuando los necesitaba, sin haber dejado más que el Breviario y una pequeña Biblia que siempre lle vaba consigo en sus viajes, porque decía que este libro le servía de es- cudo y defensa y no de peso. 819. — Fué celosísimo imitador de su Santo Patriarca, especialmente en el amor á la santa pobreza. Acabada la mision en una Ciudad principal de Andalus ¡a, caminaba a otra para el mismo intento: en el camino le pusie ron una erande e mi la en una casa de camp ), con muchos convidados pa ra obsequiarlo. Llegó el santo Misio- nero, y visto el aparato, sin detenerse, siguió su camino, sin comer en todo aquel dia. Esto mismo practicaba cuan do en la casa de aleunos Síndicos ad. vertía que le disponían also para el : ñ camino: se salía muy de madrugada, sentido. de jando frustrada la caritativa preven- cion. Así procuraba este apostólico V: ron conservar los fueros de la será- cuando no pudier: fica pobreza, $ tambien sostenerla en aleunos Conventos de Religiosas con sus fervorosas pláticas; y aunque tuvo que soportar por esto mucnas contra- dicciones, decía con alegría: Al. fin, yo padezco; pero la santa pobreza gana su partido. 880, — Caminando fuera de Anda lucía, legó el Beato bien necesitado de alimentarse á una aldea donde un pobre hombre le convidó con su hu milde choza; la admitió, y llegada la hora de comer, le sirvieron en un dor- nillo unas pocas de coles y tocino; pusiéronlo en una silla, porque no ha- bía otra mesa, y al punto acudieron á ella unos lechoncillos : procuraba el aldeano separarlos, y nuestro B. Die go lo impedía diciéndole: « déjelos, « hermano, que son criaturas de Dios, « y para todos hay », y partía con ellos la vianda. Continuó su viaje, y dijo al hermanito que le acompañaba: « Crea V. C que he comido hoy más « contento que cuando lo hago en la « mesa de los Sres. Obispos; vaya, « que los cochinillos han tenido buen « dia. » 381. Manifestó hasta los últimos instantes de su vida su afecto á ella. Un dia ó dos ántes de morir, encargó á su compañero escribiese á su R. P. Provincial y le dijese moría pobre, y tanto que pedía le permitiese por a- mor de Dios el hábito que tenía pues- to, para cubrir su desnudez en el se- pulero; que esperaba su bendicion, co mo de Prelado, para morir con ella; que no teniendo propiedad en cosa

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