BCCPAM000543-1-10000000000000
4 252 CAPÍTULO LXVÍÍ « algo á lo que este iluminado Padre ; « nos ha dicho. » De este mismo sen tir fueron tantos cuantos doctos le oyeron en esta ocasion, es- tando entre ellos el R. Padre Maestro Don Pascual Diaz del sagrado Orden de San Basilio, muy conocido en Se- villa por su gran literatura, el cual lleno de asombro la última tarde que hombres le oyó dijo así: « Desengañémonos, « mis Padres, que si no es estando en « el Cielo, no se puede oir ni « más del amor de Dios, que lo que « hemos oído estos dias á [r. Diego; « mas él lo dice de la abundancia de « su corazon, porque el que no esta saber « lleno de este amor, ni nabla, ni dis « curre de él, como él ha hablado y « discurrido. ¡Jesus !;¡ Y qué prodigios « hace la gracia de la oracion! » 7187. — Por esto dice con razon un testigo: De los labios angélicos de a quel hombre venerable, eran tan dul- máximas y los consejos, que llegué á persuadirme, que el mismo Jesucristo era el que le inspiraba, y me convencí en modo ta l ces y eficaces las santas que como para desengañarme levan té los 0j0S y observé que su fervor era tal que le ví derramar abundantes lá- grimas : y oÍ á otros muchos que habían tenido una semejante consola- cion que la que yo había tenido. (p. 213). 788, — Otro testigo juntamente con otros muchos notaron que cuando el Beato entonaba el « Santo, Santo, San- LO », parecía que estaba en éxtasis, y lo mismo ocurría cuando las manos al pecho decía: sea María Sma. (p. 213). 789. — Sus palabras y ñade otro, encendían el llevándose Alabada afectos, a- corazon más helado. La dulee vida de mi esperan- sa que decía en el acto de contricion abrazando reverentemente el. crucifijo al final, encendía sin resistencia los corazones en el amor del Crucificado, de cuyo amor segun el parecer del testigo y de otros era su pecho un volcan. (p. 201). 190, — Séale permitido al exponente decir, responde un tercero, que en es tos felicístmos momentos se maba el siervo amado del parecía que se descubrían en su mo destísimo semblante los esplendores de una coménzada gloria con una dulce transfor- Señor, y admiracion de todo el innumerable ay ditorio. (p. 204). 791. — Con sumo cuidado, dice otro testigo, sus compañeros iban á tomar- lo de la mano cuando bajaba del púl pito, porque absorto y arrebatado del amor de Dios, del cual casi siempre trataba y del cual estaba encendida su venerable persona, no podía bien g bernarse por sí mismo, si ántes no se calmaba un poco. (p. 262). 792. — No era ménos admirable su amor cuando se creía léjos de su A- mado. « ¿Qué hace cuando ya deses- pera de hallar á su Amado? Toma su crucifijo en las manos, abrazado con 6l se postra en el suelo, se cose y confunde con el polvo, y en esta acti. tud, luchando con el Señor cual otro Israel toda su oscura noche, cuando rayaba la graciosa aurora por fin le ganaba su bendicion divina. No poca: noches hubo de pasarlas el Venerable contemplativo por la misma causa pe- gado de espaldas á la pared y abier- tos los brazos en forma de cruz. » (Grazalema pag. 31). CAPITULO LXVIT. Devocion al SS. Sacramento. 793. — Pocos han dado más ros bustas pruebas, que el B. Diego de “su devoción al augusto. Sacra mento del Altar, Los juéves desde el principio de sus Misiones los destinó para dedicarse en cuanto pudiese á su culto; y así aquel dia conformándose en esto con el espíritu de la sus meditaciones y demas actos Inte riores eran dirigidos á tan divino obje- to. En el principio se servía del libro intitulado: « Finezas de Jesus Saera- mentado », compendio que en mucho, y cuya lección recomenda- ba á toda persona devota : y si muy pronto lo encomendó literalmente á su memoria, más pronto puede decirse que lo comentaba su erudición vasta y profunda, y lo caldeaba y animaba su inflamada voluntad, segun que des- de luego se le oyó hablar de este a- sunto en sus Aconsejaba esta devocion á los fieles, persuadién Iglesia, estimaba sermones. dosela no sólo con promesas de los
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz