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AMOR tomo el que Dios le dió, pudo mante nerle constante contra el tropel y em puje de las seque dades, desolaciones, y bata las que pa leció su 4 spiritu, que COMO dijimos no put len leerse sil lá erimas en sus cartas íntimas. Pero en este genero de pruebas eta cuando más se conocía 10 1n up rable de su amor: poco era haberse mantenido fuerte contra los trabajos exteriores ú del cuerpo, si no se hubiese contra los interiores ó del alma; pero hecho tal el Señor lo quiso hacer tal, que na- da lo separase de la caridad de Jesu- eristo. 785. — De esta misma abundancia de amor divino nacia que no predica se vez alguna, en queno tratase más ó ménos de esta materia; y en espe cial, desde que un Religioso Lego de nuestra Orden (1), hombre verdadera- mente dotado del don de alta contem placion, ovéndole declamar con la efi cacia que eu los principios de sus 11 siones lo hacía, contra el lujo y pro- fanidad Fraile venerando le dijo en Sevilla co « Pp; Fr, Diego, al « tronco, al tronco; predique V. P. « mucho, mucho, del amor de Dios, de los trajes; desde que este mo fuera de sí: « y el escándalo que dan las mujeres « con sus modas. se quitara, » se noló que si se acortó en. hablar de aqu lla materia, se dilataba mucho en esta, y que el fruto que prometía aquel Re higioso, era más abundante y más pú: como-lo confirma el Predics de Cádiz, y una tarde concurrió blico, siguiente z en una de las Iglesias caso, á oir- curiosidad una llamémosla lo más por que devoción Magdalena, 'por su desenvoltura y profanidad; 1 he : e: demonio se había esmerado en ata viarla aquella parece que tarde en términos que se verificuse en cuantos la mirasen, el fatal efecto que pronostica el E pí- mu santo por esta palabi ' « averte ) « ocultos tuos a muliere « mpta .. |) ne pereas in efficacia illíus. Buscó sitio donde pudiese ver al Predicador ó donde quizá el Predicador fácilmen- te la mir ato hubo de verla, y tormar A to de cazar para Dios e. Ñ a aquella casadora de tantas al 1 Fr, Cárl le Umbrete : murji n Sevilla en ' ust pir 1 de santidad (2) Ecles LA 8 DE DIOS 951 mas, y aunque propuso un asunto o 'erente Ú comun, se ladeó, con muy ind el arte y naturalidad que de Dios; y tanto y tan dulcemente dijo de él, tantas y ! salian de la al pudiendo el sabía hacer lo, á hablar del amo tan ardientes saetas * su boca. que no corazon de aquella jóven resistir á. la seguida repeticion de tantos golpes, se conmueve, se enternece, llora, se rinde á: la 'acia, empieza á cooperar i ella, y allí mismo, porque los impul S. pirita Santo obran de pron to, hizo pedazos las blondas ó enca mantilla jes de su saya y rompió el abanico, arrojó de sí zarcillos, perlas, flores, guantes, y demas fruslerías de su adoruo, y sin algun rubor ó reparo, «ut eognoott », como la ya nombrada, salió de la Iglesia destrozada en su traje, descalza, afligida, llorosa, en una v entablando des de luego una vida del todo palabra arrepe nu la , contraria á la anterior, vivió entregada á todo cénero de virtud, sirviendo de ejemplo y edificacion 4 muchas, observando siempre el plan de vida que el Beato le formó. Este suceso de que el santo Misionero tuvo puntualísimas noticias, y otro bien semejante á él, acaecido predicando en Málaga, y los muchos de esta especie y de otras de que ten- dría noticia, lo decidieron á predicar con mas frecuencia y eficacia del a- mor de Dios, y á formar, como dicen algunos, Ó á extender aquella ternísi- Di ¡Ay de mí « yo soy el que 0s ofendí, y « el que padeceis, mi versos son centellas, Ó por ma cancion á Jesucrist sois Vos, Dios »; cuyos mejor de cir, rayos ó saetas de fuego, templa- ua del divino amor que herido é inflamado á tantas almas, cuyo nú das en la frag ardía en su pecho, y que han mero sólo Dios conoce, 186 Hubo ocasion, y fué en una de las misiones que Sevilla, que por a tardes contindadas fué siempre el doctrina del amor de Dio la virtud teologal de la hizo en veinte punto de 1ez y ocho 0 , explicando caridad por tres cuartos de habiéndole oído espacio, cada 1 inde, de hora, de manera que, el R. Padre Maestro Javier Gonzales, dijo: « Sólo en la Gloria, donde la ca « ridad se perfecciona y consuma, virtud, añadir « puede saberse más de esta « nadie sobre la tierra puede
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