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FR. DIEGO DE fanza no le abandonó jamas, y aun- que con frecuencia encerrada y escon- dida en la fina punta del alma, como dice 5. Francisco de Sales, reinaba como soberana en el corazon del Bea to y le alentaba para trabajar en las más difíciles empresas. Gon esta es peranza luchaba contra el demonio ganando tantas victorias cuantos eran los ataques. Furioso el enemigo le maltrataba, como sucedió en Cádiz, con visiones horrendas, estrépitos es pant)sos, vi lentos empellones, y otros ataques de esta especie, para apart ur lo de la oracion. Km Ubrique se ri pi- tieron estos asaltos con más furor; en la madrugada de un dia de la Encar- nacion fue golpeado por los demonios con crueldad, pero los venció con su confianza en Dios y su paciencia. En una de las Misiones de Málaga el es píritu maligno intentó anogarlo, pero apénas el B. Diego invocó el dulcísi mo nombre de María, quedó libre del todo. 110. — Y como, segun S. Bernardo, cuanto mayor es la fe tanto más su bida es la esperanza, eredidil, tantum sperat, fácilmente po qu imntumn qu Ss drémos colegir cuan grande sería la esperanza de quien fué tan grande en la fe. Enseña el Seráfico Doctor $. Buenaventura que « las almas gran « des, emprenden cosas sublimes, pol « que es grande la esperanza jue Li « nen, y por eso alcanzan 18) que de « sean. No ponen termino a su espe « ranza; y así Dios se complace en prop j¡reronar los medi JS A 108 hé « roes de su confianza; de que resul ta, que su esperanza y le tengan un ¡ ado de elevación. » Estas « IMSmo expresiones pueden descubrir algo de la esperanza de nuestro Beato, y por 19 que se sabe emprendió en gloria del Señor y bien de sus projimos ; y si alguna vez se firmó /'r. Diego José de La Esperanza, no se crea que sin lundamento se apr pio tan noble 11 tintivo (0, n 20). Por lo que mira al término principal de esta virtud, que es 14 COnsecucioón de la vida ete puede dudarse que en su alma estuviese muy hrme y sólidamente estable ida. Es cierto que sus Directores tenían que trabajar en animarie para que sá hese de aquel cáos de abatimiento, pero tambien lo es, que cuando pare Cla más abismado en él, se le oían Í A ESPERANZA 245 repetir en la oracion, y en los colo quios que fenia on Jesucristo en el ñ Etiam púlpito, las palabras de David Ot rt me J 1[pso speravo; aun nda, esperaré en El. Utras veces decía: Aunque me confun- QUÉ tas ' das, senor, aunqu me confundas eo mo merecen mis pecados, er tU, y en tu ser Oral esper ire, Va l nadie arrancará de mi, Jesus duléisimo, es ta speranza., En efecto, fué su espe ranza como una firmísima columna, que sostenía todo el peso de sus gran des tribulaciones, de sus muchos tra- bajos en treinta y dos años de Misio nero; ella, la que como una armadu ra impenetrable le guarnecía, y Ccon- servaba la pureza y rectitud de inten cion con qu todas las acciones de su vida, 771. Predicando en la Iglesia de de Málaga de esta virtud, habló tan alta y damente de e procetla en Religiosas Cisterciense prolun a, que no dejaba duda en que estaba de tirme radicado en su corazon lo que con tal fervor y dul Zzura pronunciaban y labios. De as persuadían sus juel sermon resultó la conversion de. un pobrecillo pecador, que posen 0 del enorue peso de sus pecados había caido en el enormísimo de la desesperacion. Llevaba veinte y dos años de una vida la más extra rada porque pt rsuadido de su conde nación, había resuelto nada negar áÁ sus pasiones y apetitos, de cuanto l conde pudie e e mplacerlos Sólo el nado debe desconfiar de la misericor día de lios. Beato mirándole como de hito en hito, Esta expresion, que dijo el cual él aseguraba, con una voz desusa da, llevó la gracia que aquel infeliz ne- cesitaba; pues buscando al Beato el si gmente dia, hizo general confesion de sus desórdenes, y por:su dirección se retiró á ciertas ermitas, donde. acabó con edificacion de sus compañeros 712. — Cuando tuvo: la órden para pasar de Andalucía al Reino de Gu licia, y era esto en tiempo que apro ximabuael invierno, y este amenazaba ser crudísimo, cual en efecto lo fué, y no estando aun convalecido de una de las más graves enfermedades que pa deció; á vista y á voz de todos era temeridad no e peral estación más benigna y estar algo más asegurado y fuerte para el camino. Todos, hasta sus mismos Superiores «y Directores, APURE Be eS

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