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244 CAPÍTULO LXV á expensas del Ayuntamiento para co- locar en ella las imágenes de la Ssña. Trinidad y de la Purísima Concepcion; libro Villa una carta aquel A- celo para sobre cuyo hecho existe en el municipal de aquella en la cual da las excitando su eracias á vuntamiento, la conclusion de la obra y la conser- vacion en aquella tierra de los frutos de las misiones. Promovió aun y ter- minó la restauracion de los templos de Nuestra Señora de la Paz en Ronda v de los PP. Terciarios de Este pona. (Proc. p- 195). 766. De esti el sumo respeto del Beato á los Sa misma fe procedía cerdotes. Fué observado sveneralmente por todos que mira ba á los Sacerdotes con una veneración tan profunda como si fuese inferior á ellos, y que en lo veneración estuvo que mira á su respeto y al Prelado de la el deponente á una que le enterneció y le hizo derramar muchas lágrimas, al ver al Venerable P. Cádiz ponerse de rodillas delante del Prelado pidiéndole con humildad y reverencia la bendicion, y esto pro dujo el mismo sentimiento en el Pre- lado el cual arrodillándose tambien y abrazados los dos se levantaron, y así Diócesis presente escena los dejó el deponente porque las lá grimas le obligaron á salir, y este en ternecimiento era igual en toda la fa- milia del Prelado. (Proc. p. 285). 767. Y decía públicamente y el testigo lo oyó por sí mismo á Fr. Pedro Nieto, Sa- cerdote de la Orden de $S. Juan de Dios. ya difunto: El P. Diego de Cádiz, dice, reverenciaba en sumo grado á los Sa otro testigo añade: Se cerdotes, á los cuales besaba la mano y siempre era el primero, y ponía en esto tanta atencion que nadie se la besó pri- mero al Padre. El dicho Fr. Pedro Nieto que era diestro y ágil, contó al testigo que había probado besar el primero la mano al P, Fr. Diego, y jamas porque este siempre se adelantaba. (Pror. p. 1761. Y si alguno lo. logró fué por sorpresa, consta de pudo como la siguiente declaracion que repro- ducimos casi á la letra. El siervo de Dios miraba con tanto respeto el carácter Sacerdote!, que cuando predi caha solamente rodillas sobre las gradas del Altar ma yor, de la parte del Evangelio, y de al Clero lo hacia de allí los llamaba Padres mios Una vez estando el deponente con D. Felix Zal. Presbítero y pasando el P, Fr. Diego solo, se levantaron todos dos, y D Í elix se besarle la mano. Esto le cogió tan de improviso darriaga adelantó á que term! ló V dijo ¿ Cine es esto! y quiso humillarse haciendo lo que ha bía hecho el otro. Fué tal su SOPpresa, que si le hubieran insultado improvi samente, sus movimientos no hubieran sido tanto nente companero quedaron muy edificados. (Proe Pp 175). Otro testigo dice: El P. Diego- José de Cádiz miraba con veneración y rt spe más violentos, y el depo- como su to á los Sact rdotes, y el testigo sabe de algunos Religiosos de su Comuni- dad que habiéndole presentado alon nos Rosarios para que los bendijese lo primero que hizo el P. Fr. Diego fué arrodiflarse y besarles el santo há bito, y 7] todo eclesiástico que hallaba por la calle. (Proc. p. 185). que la misma sumision tenía CAPITULO LXV. Fr. Diego de Ja Esperanza. B. Diego hemos podido ver que su vida fué un casi continuo estado de 768. — En las cartas del desolación de espíritu, y de tales temores, sequeda des y amarguras, que el corazon se conmueve y las lágrimas saltan de los ojos al considerar lo que padecía en su interior el Misionero. No dudamos que el Señor le probó de tal mantenerle humilde en los aplausos del pueblo: estas desolaciones eran un herólco manera para medio de misericor- dioso contrapeso contra los asaltos de la soberbia al mismo tiempo medio de purificación espiritual del alma del Varon santo que lo levanta- ba á la práctica de las más subidas virtudes. Aun en medio de las siones de angustia que á que un expre cada paso se leen en la correspondencia del B Diego, dio de seía un sentimiento íntimo de la más fácilmente se nota que en me sus oscuridades v temores, po- sublime y más heróica esperanza. 769, Esta cristiana Y íntima con-

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