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144 CAPÍTULO erxageracion nuestro Diego con rt specto al arcano de que apropr rse a tratamo y sin sospechar me noten de temerario, diré que la SS, Trinidad fué para e] mel in ore, in aure me- « los, in eorde jubilus 125, — Toda España le oyó hablar Misterio con tal abundancia de devocion, y predicar de este elocuencia, fervor y afecto, ternura y que nu sólo firmarían aqui cuanto he doctrinas, dicho, sino que repetirían lo que tan las veces dijeron hasta los más doc tos, « parece ser destinado particular « mente como los Apóstoles, á publ Personas y « car la Trinidad de las « 4 enseñar el modo más sublime de « creerlas, adorarlas y En esto fué incansable, y. sin bendecirlas. ) ponde- racion puede asegurarse que fué uno de los más laboriosos y giristas de las ¡inefable la beatísima Trinidad y de la cion especial á tan altísimo y augusto activos pane- erlorias de devo- misterio que se han conocido en nue Siros siglos. Todas sus Misiones, predi caciones, oraciones y pláticas las empe- zaba alabándola, y bendiciéndola, y asi las concluía porque Alfa y el Omega de cuanto hablaba y obra este era el ba en público. Lo primero que hacía al principiar sus viajes y era alabar y glorificar pañeros á la Beatísima Trinidad, lue go sacaba el librito del Trisagio que leía devotísimamente. No escribió obra alguna que no pusiese a su cabeza predicó ser- jornadas con sus conl- sus divinos nombres, ni mon en que no hiciese particular men cion del Misterio, ni bautizó á párvulo a quien no pusiese despues de los otros nombres el de la SS. Trinidad, por que por todos modos solicitaba 1mpri- mir en el corazon de los fieles, la de vocion y afecto que llenaba el 126 De aquí provino que enfervort- sSuvo zados los auditorios y los pueblos, se extendiese rápida y universalmente la del Santo Trisagio, cual vimos (1) y aun olmos sin poder con todos practica tener nuestras lágrimas, ni dejar de hacer memoria de huestro B. Diego cuando « una el sonora voce » escu- chamos en Iylesias y Plazas, en po- blados y campos, en los tajos de los labradores, como en los talleres de los ismo P. Luis Antonio de Sevilla B..] XXXIX. artistas, por sabios y rústicos. ento nar el dulce y breve cántico del Santo Dios..... ete. Práctica laudable tan ar- raigada ya, en especial en nuestras Andalucias, que no hay que temer la hagan olvidar todas las furias del In- fierno, pues que las madres la dan á sus chicuelos, y los muestros parvulillos que instruyen. Ya veremos despues los mamar a de primeras letras á los maravillosos efectos de esta devoción en nuestro Beato y en el pueblo. TE, Como el particular empeño del Padre era perpetuase ú eternizase esta devocion en nosotros, DO es decible Jo que trabajó, las dif cultades que venció, para que se fija sen cuadros del Misterio en los SILOS que se más públicos de los pueblos en que predicaba, y que se erigiesen ficos triunfos en su honor. La ciudad de Alcalá la Real fué la primera tuvo la honrosa satisfaccion de levan tarlo en su obsequio; y la de Sevilla magni ql e en cumplimiento de la palabra que dió al Venerable (que en una de sus Misiones así lo pidió) erigió otro en se dice del Arenal, el cual si en su arquitectura no pasa por una el SILO que de tantas obras de gran mérito como encierra aquella Ciudad, y aunque sin saber á qué causa atribuirlo, no se ha concluido, nó por eso dejó de ascender más de treinta mil segun que he oido. Pasan de mul los cuadros que en Iglesias, Plazas y calles de España, se han fijado á la venera cion pública, muchos de ellos dotados con perpetua luz, que todas conspiran á persuadirnos, que el corazon y es píritu de Fr. religiosísima mente Trinitario. 128, — El dia que la Iglesia celebra este priucipalísimo Misterio de su costo pesos Diego era nia. un dia de manifestaba risueño, trataba á los Religio sos con particular afabilidad y dulzu ra, asistía su creencia, era para él gloria. Su semblante se el mas con ellos al las sl los devotos le pre recreacio nes 0 quietes ; sentaban expresiones de sus afectos, como frutas, dulces etc. las admitía y repartía con sus hermanos ; procuraba que la limosna diaria que se da á los pobres en nuestros Conventos, fuese cuanto pudiese ser más abundante, y bien condimentada. En estos dias SO licitaba que hubiese particular solem

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