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118 CAPITULO XXXI cará el remedio, ni me pondrá de peor condición que á los extraños. » (1). 352 No puedo negar, añade el Dr. Alcover, que desde el año de 1779 en el 4] 1. trate ai Veni rable se in1e- ron nuestras almas cor j mor tan constante verdadero, como vetidas cartas de corresp nd ' ) demuestran, en las res a Zas ; pero nada de es mul cue refleje de re sultas de la del Venerable do conven: que acepta e la comisio pOI 1 pel ona del Venerable, por su vocación, en una palabra, por lo excelente que debería ser su vida interior y exte rior, y los asuntos que debería ma- nejar; no por humildad, sino por cierta ciencia y evidencia de mi pl funda ineptitud: resolví ex el mejor modo que ; 'usarme en pudiese, inclinán- Director, dolo al que yo tenía por pero como a unto de tan gravedad ofrecí 4 Dios el santo sacrificio de la Misa, y despue pasé á con ltarlo con dicho mi Director, y hallándolo ¡ prevenido pe r carta q 1 el Vent ab le había escrito juicio y sujetarme con el consuelo de hube de rendir mi que el gobierno de todo pendi de mi Director, y así se lo participé al Venerable, cuya respuesta, como con a humildad, tinuación de su profundísi parece di ma de su lectura. Dic: ues ast: » (<) Domingo de la SS dad (mi gran dia) recibí la deseada y muy apreciada de Y del 1 del cor- efectos d gozo, Ím mente : sus 1mmilla- cion, rendimiento, agradecimiento, re novacioón, fervor, ete. fueron más de lo que puedo significar procuré le rla de rodillas considerando en ella la voz infalible, y nó pi de Dios para mí diendo acabarla sin lágrimas, conocía en el movimiento interior que las oca sionaba, había querido hac: r nueva ostentación de infinita la misericordia del Señor en favorecerme: yo ví re novado en mí por todo el dia aquellos antiguos resto del lervores qu el gigante espíritu de mi venerado d funto P. me comunicaba con sus« tas y doctrinas y ví que la bondad de Dios pa proporcionaba este ustiñcar mas su causa DuUeve medio de mi ri obed pong: qui la 010 1 mio 3 gustosos an 10s de mis turas tribulaciones que V. me asegura no sabré decirle hasta donde a llegado sus efectos. Mas han sid siempre tales para mí que sólo consideracion basta para mover mi mn ensibilidad á los deseos mayores resoluciones más fervorosas de mi re lora elo. 353. — « El gozo, la dilatacion, y nerosidad, etec., amor, humillación preci 1rradecimiento á Dios y á lo qui i inuebvban, 10 deseos, la paz Interior, ( wdor y los salto le razon el l jizgarme n ellas so bradament p mado 1 ' es Za de mavores ¡ : Ss con O y ersos que la misma abundancia no me deja expresar, me han h 2cnOo cobra no pequeña confianza de que aun n ' i estov abandonado de Dios como | merezco y de que aun no me han ci j l 8 ' locado en el número de los réj ¿qué sé yo, P. mio, hasta donde llega lo que mi alma experimenta con est felicísimos anuncios? Permitame Y. que le diga es este úno de los testimoni visibles que el Señor me da de ser Y el legítimo sucesor de mi difunto P pues habiéndole su Majestad dad tanta luz sobrenatural para prevenn me con mucha anticipacion de lo que me espera con la elacion de pue cuando llesxase est tiempo ya viría, y que Dios proporeionaría. otr tiese segun que lo necesi on iguales maravillosos efectos en- LUNCes y ahora. Las tentaciones suale ue me amenazan son, las cas que mi hacen tembl: porque mi suma fragilidad les he. cobrad 1 miedo tar nd pe gustoso abra- zaría cualquiera otro trabajo por lib tarme de est enemigo; pero nada quiero sino cumplir la voluntad d Dios: tiemblo, P. mio, y desfallezco de

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