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110 CAP. XXVI. — rido gran libertino (tambien reducido;: me señaló vario ugetos de los que pretendían lo mismo Yo me ofrecí á buscar proporcion de oirlas algun ra- to, y estoy en eso sl puedo conse- guirlo; pues el Sr, Arzobispo y otros sugetos que miran mucho por mí al ver tales criaturas así movidas, les quieren franquear y tranquean cuan tos arbitrios haya para que me traten etc. No es para dicho, P. mio, la no vedad que ha cansado y causa á las gentes el ver á tales personas que no acostumbraban á oir un sermon Concurrir con empeño a otlrme cuan tos más podían, aun siendo á la hora incómoda de las cuatro de la tarde en que para estar con liempo necesitaban ese tal vez desde la mesa á la Igle £14 lenoro en lo que esto vendrá a purar, si se que viendo no me deten go aquí y las dificultades que hallan pura que las estas s>ras. Oiga, piensan algunas de pasar á Alcalá de Hena res donde voy á hacer ocho dias de Mision, para la que hacemos ánimo de aquí salir el 24 6 25 del corriente. 331. « Mi interior, P, mio, ha es- tado y sigue disipadisimo, lleno de ti bieza, omisiones y faltas: no sé cómo no me abandona el señor o no acaba distraidisima, me grava siempre el sueño me arras- conmigo: la oracion es tra la desidia, caimiento y «desgana: nada hago de actos de virtud interior ni exteriormente, tengo infini as faltas en cuanto hay y todo yo soy una pu rá miseria y un maldad, mo acierto á explicar lo que soy por- abismo de que dominado de mis pasiones no en- cuéentro una sola respiracion sin de- fectos, tanto las he dejado senorearse de mí que ni aun deseo sensible ten go de mi reforma 6 remedio: conozco que sola la proporcion es la que me falta pura caer en mil pecados, y me parece que si la hubiese sería el más desenfrenado. Esto no es más que ex ponerle á Y. cómo material y real mente me sucede. El alma conoce la necesidad que tiene de su remedio, y sólo con un deseo espeenlativo lo ape- tece y lo pide. Repito, P. mio, que no puedo dar á entender la infeliz situa cion en que me hallo: yo me persua- do O me temo sí será aquel temible castigo que sigue á la porfiada resis tencia que hace una. alma á la gracia MISIONES DE MADRID Y ALCALÁ con que Dios repetidas veces la lla- ma: veo que es justo, pero aun esto me deja en una tan notable insensibie lidad Ó viciosa indiferencia que sin mo verme me llama bastante la atencion Justo es Dios y rectos son sus juicios: haga en mí su santísima voluntad. » Concluida la Mision de Ma la de Alcalá. De ella escribió (1): « Estando en Alcalá recibimos primera y segunda órden de N. P. Provincial para volvernos pron támente á la Andalucia, porque - supo el atr y falta de fuer zas: en efecto el dia 7 de Mayo sali- drid pasó el Beato á uso de mi salud y mos de allí en cumplimiento de su mandato y Hegué aquí el 1 de este donde sigo como despues diré. La Mi- sion de Alcalá, aunque amarga para mí, por la habitual sequedad que Y; sabe y en la que me alegro interior- mente cuanto más se alegra, fué no obstante eficaz y abundante de la di vina asistencia y bien recibida por el pueblo y principalmente de aquella fa- mosa Universidad. Nueve dias duró la Mision y en ellos fueron raras las ex presiones de admiracion y alabanza de los PP. Maestros, Catedráticos y Doe- tores, Colegiales mayores etc. por el modo de la entre oir un sermón panegírico para pruebas: yo ignoraba esto hasta despues que me lo dijeron. Con este motivo el P. Guar dian de nuestro Convento me encargó predicacion, ellas dieron en decir deseaban pero dos dias ántes de la funcion que pre dicase en el de Santa María ICgipcia ca, titular de aquella Iglesia y á cuya celebridad concurren las comunidades: le obedect y con sólo el estudio de leer la vida «de la Santa la noche un rato la mañana para pensar el a sunto, fué Dios servido lo predicase no antes y segun mi insipiencia sino conforme á su divina bondad y á los fines de su adorable providencia á que correspon- dió el asombro y admiracion de aque llos grandes hombres. Dios sea ben- dito. 333. « El fruto de la Mision pa- rece fué copioso: fueron algunas fa- milias de Madrid... No sé si alguna cosa especial digna de aten- cion. El claustro pensó darme los gra dos, pero por varios motivos entre las sucedió (1) Carta de Málaga, 20 Junio 1783
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