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e ANNAN _— 3 Z ES x TA 0 ormer mn pi ti a IR, TO ro — meando RIE A A rre AI RI > ru Eg. a e e acor IEC ne a ir rc me E a ne ve see ! Il NE! 40 IN Om SN 5 ll ' pl 102 CAP. XXVL — MISIONES 305 - Luego le da más noticias de la Mision de Aranjuez, « Vamos á lo que Y. avise, porque el tiempo es cortísimo. Para la Mision de este Real sitio, me ocurrió predicar las bienaventuranzas diciendo: me manda Je en los nueve dias que como novena de San Antonio había de durar la predicación. Seguí este con un modo tan singular que excep tuando la explicación de la virtud que solía no siempre leer en algun autor, y la inteligencia de las virtudes que á cada bienaventuranza corresponden, todo lo demas en sus divisiones menn dísimas y multiplicadas, en sus prue- exhortaciones, pensamiento bas, convencimientos, ete. puedo asegurar casi con juramento que todo ha sido infuso 6 dado del que quiere por su bondad valerse de mi ignorancia para ostentar su grandeza, sería pretender lo imposible decir á V. la extremada dulzura, abundancia, eficacia, penetracion ete., con que he predicado esta novena, y esto tan de corazon que más él que los labios pro nunciaban lo que decía yO lleno de paz, de seguridad, con un magisterio ó gra vidad humilde que 4 mí propio me era extraño: las gentes de todas par- tes poseidas de un júbilo singularísimo, asombrados, enamorados, predados del Misionero. 306. — « Los los. Grandes de ilustres, los Felesiásticos, los pobreci- tos, al fin glorifi cando á Dios y publicando sus maravi llas. Llegaban las noticias al Palacio Hevadas del p Confesor (uno de los más apasionados 6 afectos, que sólo primeros Ministros, España, las gentes todos conmovidos una tarde dejó de asistir, por estar accidentado) 6 de los demas que allí sirven, se conmovían las Reales, querían oir etc. ; y podían presentarse en los Concursos, pidieron los Señores Príncipes é In fantes al Rey nuestro señor que les predicase yo algunas pláticas despues de la novena : concediólo su Majestad y en efecto se tuvieron en los dias 15 y 16, estando sus Altezas en sus res per sonas como no pectivas tribunas, quitadas las celosias: la Grandeza en la Capilla mayor y el pueblo en el cuerpo de la Iglesia. Las abundancias de las misericordias de Dios en esas tardes me dejan pobre de voces para sienificárselas á V., DE LA CAROLINA ET( basta decir que su carta llegó el 16 ántes de la segunda plática á sus Al tezas, y me mandaba V en ella lo mismo puntualisimamente que me es- taba sucediendo. Las admiraciones de sus Altezas, las celebraciones, ete., el amor, respeto, veneración que me han manifestado, me confunde sólo el pen sarlo : esto es hablando de lo poco que percibo, que segun conjeturo sus ex- presiones son rarisimas y extrañas ; Dios se yo no acierto á explicarme en otros las dé á conocer á V., pues Los Príncipes nuestros se- ocultamente el términos ñores me llamaron dia 12, en el que á las 2 de la tarde fuí á su cuarto á besar las manos, donde me recibieron en pié con demos traciones de singular benevolencia que me servía de admiracion, la que creció hasta el asombro cuando vi á la Prin- cesa mi señora ponerse de rodillas para que le diera la bendicion como en efecto lo hice, repitiendose ayer lo propio en los mismos términos. Dí á sus Altezas algunas estampas, rosa- rios, cedulas y cruces que apreciaron mucho: me trajeron al Infantito (que es sobre ponderación preciosisimo pa- ra que le dijera un Evangelio, y luego salieron hasta la puerta del cuarto á despedirme ¿000 307. — El Embajador de Rusia, griego cismático, ya (bendito Dios) es mio. Este vino á buscarme antenoche y se me entregó perfectamente atraido del amor que con mil extremos de abrazos, ósculos de paz me significa- ba; me descubrió todo su corazon, y $ quedó reducido á ir disponiendo ocul tamente sus asuntos para reunirse a la Santa Romana de su empleo y establecerse por acá glesia, separarse lo más pronto que pueda: es menes ter sigilar esta noticia: este favor de Dios me tiene fuera de mí, de que apénas acierto á darle las debidas modo gracias. Con esto fundo esperanzas de que me concederá la que mis eficazmente le he pedido. 308. — « Estos alborotos santos han llegado á Madrid y han arrastrado á varias familias de la Grandeza, á di tercera gracta, versos Religiosos, 4 muchos Eclesiás ticos y particulares á venirse á la Mision, y aun á pedir al Rey nuestro señor me envie allá para las Cuevas de San Ginés y otras personas llegado

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