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74 holocausto perenne de virginal pureza , y sus almas en olor suavísimo de inocencia y de oracion. Demos ya por tanto fin á este capítulo, alabando 4 Dios por haber sido tan rico y tan próvido en delinear una por una, aún muchos si- glos ántes que naciese , las virtudes y excelencias de la que había de ser su Madre. Esta admirable economía de la Providencia , de que sólo se sirvió Dios para anunciar la futura aparicion de su Hijo, indica que la grandeza de María toca á los limites de lo infinito , pues ella tambien ha participado de las mismas prerogativas de ser representa= da en símbolos , en figura y tipos, lo que Dios no ha hecho con los demas hombres (1). Y contrayéndonos al de la sunamitis Abisag , ¿quién no advierte en ella la sublime significacion que tiene? (2) ¿Quién es, dice San Jerónimo, esta Sunamitis, esposa y virgen, tan llena de fuego que da calor al que está frio , y tan santa que da castidad al que recibe su calor? La sabiduría está encerrada en ese nombre misterioso, que á la vez quiere decir incorruptibilidad. Esta Abisag, que nunca se enve- jece, deseo yo que descanse en mi seno; es sin mancilla y de perpé- tua virginidad, asemejándose á la Vírgen María , que en su fecundidad infinita fué siempre Virgen , pues esta sabiduría divina siempre está engendrando y dandoá luz, y siempre permanece incorrupta (3).» Muchas reinas y princesas había por cierto en el palacio de David; allí Abigail, Betsabé, Micol y otras ; pero ninguna de ellas valía lo que valía la Abisag , esposa y virgen, dando á un tiempo á su mari- do calor y pureza. ¡Ah! La Sunamitis era un cuadro de sombras que , eran un arcano, Cuando una virgen por virtud del Espíritu Santo tu- viese en su vientre al Hijo de Dios humanado , verían los hombres (1) No hay en la innumerable serie de justos, que ha habido desde ' Abel hasta nosotros , más que cuatro que hayan sido prefigurados ántes de nacer; y áun estos cuatro tuvieron esa dignidad , porque pertenecían todos á la familia de María. El uno es San José, de quien fué tipo el pa- triarca de este nombre vendido á los Egipcios; el otro el Bautista, de quien fué tipo el , n Jeremías, como sienten los Padres; y los dos restantes los padres de la misma Virgen, cuyo tipo apareció dos mil años ántes en los dos venerables esposos moradores de Sambre , 4 quie- nes Dios les prometió un hijo, en quien serían bendecidas todas las gen- tes, y se le dis á pesar de tener el esposo cien años y noventa su mujer. (2) San Jerónimo y San Agustin : med que en esta historia de Abi- sag se ha de abandonar el sentido literal, para seguir el moral, el tro- pológico y simbólico que encierra, y del cual el literal es el fundamen- to. El sábio Angelome, celebre escritor del siglo IX, y el abad Ruperto de Tuy , dicen que David representa á Cristo, que abandona la Sinago- a fria, sin vigor y corrompida , y se desposa con Abisag, es decir . con a Iglesia jóven y bella, llena de fecundidad sin perder la virginidad. « (Cornel. á Lapid. in cap. 4. lib. 3 Reg.) (3) S, Hieronim., ep. 2 ad Nepotian.
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