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66 ' tes, allí las mujeres animosas y fieles. Reina en ambas muchedum- bres un éxtasis, que embarga los sentidos y anuda sus lenguas, y no les deja romper el silencio universal : al fin el gran capitan, que ha sacado á las masas del cautiverio, abre sus labios y entona lleno de santo entusiasmo uno de los himnos más sublimes que han pronun- ciado humanas lenguas. Era este hombre el tipo fiel que representa- ba al divino Caudillo, que algun dia salvaría al linaje humano del cautiverio del Faraon infernal, y entonaría tambien un cántico de victoria á su Eterno Padre. Pero este tipo no estaba solo: allí al fren- te de las castas esposas y de las honestas doncellas, se halla una virgen que se llama María, y es herroana del libertador; es ella la más noble de todas, la más recomendable por sus virtudes, y la más celosa de la gloria de Dios; ella es tambien la que rompe el silencio de sus compañeras , y tomando en su mano el tímpano de la alegría, invita 4 cuantas la rodean á que la imiten y la sigan, y con voz de profetisa repite gozosa el himno de gloria, diciendo: Cantemos al Señor , porque gloriosamente ha sido engrandecido ; al caballo y al cabalgador derribó en el mar (1). Qué papel haga en esta escena tan única y singular esta mujer, y á quién represente aquélla 4 quien San Gregorio Niseno llama vír- gen (2), y á quien podemos llamar la vírgen del antiguo Israel, pues pocas ó ninguna de las mujerés de su época conservaron su virgini- dad, lo dice con claridad el padre San Ambrosio , pues la llama tipo y , figura de la Virgen María (5). Y en efecto, el nombre de aquella heroina dice bastante, pues sólo ella mereció llevarlo ántes que la Madre de Dios, habiendo estado destinada á cuidar de que su herma- no recien nacido no pereciese entre las aguas del Nilo (4), signifi- cando en su nombre que otra María había de ser la estrella del mar, y había de librar de sus peligros á cuantos la invocasen. Pero si su nombre significa mucho , más significan aún sus acentos armoniosos con que bendice al cielo. María, la hermana de Moises, dice que alaba al Señor, que es la fortaleza de su pueblo, el grande, el terri- ble, el que no tiene semejante , el que aniquila á los soberbios con la fuerza de su brazo, el que consuela á los humildes que confían en él, y el que reina eternamente y mas allá (5). Pues bien, trasladémonos á una época que dista quince centurias de aquélla , y oirémos la repro- duccion de este cañto modulado por María , la Madre de Jesus, pero con acento más sublime, con frases más elocuentes, con sentencias más misteriosas, y con anuncios de mayor ventura. Entónces oiré- (4) Exod. cap. 13, v. 21. (4) Exod., cap. 2. v. 4: (2) Libr. de virgin., cap. 6. (51 Exod., cap 15. (3) Exbortat. ad virgin.
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