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65 virgen y de Rebeca madre, y en cada una de ellas venía simbolizán- dose el recogimiento, la modestia y el recato de la Virgen que se educaría entre los myros del templo de Dios, la humildad con que se sometería á las disposiciones del Altísimo, la solisitud con que sal- varía de las persecuciones y peligros á sú amado Hijo, y su admirable cooperacion, para que se derramasen sobre toda su descendencia las copiosas bendiciones de la redencion. Otro tipo lleno de bellezas aparece en aquella época de los Pa- triarcas, y es Raquel, cuya hermosura la*hizo célebre entre los orientales. Noble y hermosa como era esta virgen, no se desdeñaba pastorear los rebaños desu padre; por el contrario, ella los llevaba á los pastos, y les daba agua, cumpliendo todos los oficios de pasto- ra con la mayor solicitud. Admirables dotes en el alma tenía esta cas- ta doncella, cuando un hombre tan amado de Dios como Jacob, que había visto la escala que tocaba de la tierra al cielo, y á los ángeles subiendo y bajando por ella, y al mismo Dios apoyado sobre la misma escala prometiéndole bienes sin cuento, la amó tanto, qua estuvo trabajando siete años para poder conseguir darla la mano de esposo : y nótese que no fué duro el trabajo, ni largo el período de siete años para este Patriarca, por conseguir que Raquel fuese su esposa ; ántes por la inversa, la setena de años le parecían unos pocos dias , en fuer- za del amor que la tenía (1). Esto pasaba en los dias de Jacob: y ¡qué! ¿no escribía siete si- glos despues un autor inspirado unas sentencias admirables y su- blimes, las cuales, si se han de acomodar á alguna persona , sólo convienen á Aquélla cuya belleza de alma y cuerpo fué prefigurada en Raquel? ¿Quién es esa alma tan querida del Espíritu Santo, que éste la diga que es su esposa, su querida, su escogida, y su preferida entre millares, por ser pura, sin mancilla, y hermosa como las hijas de Jerusalen? ¿Quién es esa alma, á quien dice otra vez el mismo Espí- ritu Divino, que sus ojos son de paloma, sus mejillas como las grana- das , sus dientes como la nieve, sus labios como el carmin, sus pa- labras como el panal de miel, su cuello como el marfil, y toda ella linda, y tan preciosa, que está enamorado de su mirada y de una sola trenza de sus cabellos? (2) ¿Quién es, por fin, esa alma á quien sele convida á que se levante y se dé prisa, como amiga que es y pa- loma, porque han pasado ya las hórridas tinieblas y los brumosos frios del invierno, y ha llegado la primavera , y empiezan á oirse los arrullos de las tórtolas, y los árboles de fruta melosa están ya para dar su fruto? (3) 1) Gen.,cap. 29, v. 20. (2) Cant. cap. 4,v.7,8,9. 3) Cant. cap. 2, v. 12. Casi todos los Santos Padres han considerado el sagrado libro del Cantar de los Cantares , como una profecía de la En-

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