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658 y lo que somos nosotros: tú eres Señora del mundo, y nosotros unos desgraciados, que apénas podemos hacer más que orar y llorar. Tiem- po es ya de que des una prueba más, de que mandas en el cielo y aterras al averno. Muchas son las amarguras que devoramos , muchas las lágrimas de las almas piadosas , muchos los suspiros de las que vis- ten la estola blanca, y siguen á ta Hijo, cantando el himno del coro virginal. Ten piedad de todos, y baja ya del cielo á derramar una gota de bálsamo en los corazones atribulados. En ti, oh Madre de piedad, tiene puesto el corazon la Iglesia: á ti miran los Pontífices, á ti las vírgenes cuyas lágrimas están partiendo el corazon, á ti leyantan sus miradas las madres, las hermanas, las amigas de esas almas inocen— tes. No te detengas, pues, oh Madre: ven ya, y enjuga las lágrimas de los que lloran, consuela á los afligidos, y trae del cielo el remedio á los males de la tierra ,.para que todos los hombres conozcan, adoren y amen á tu Hijo. No permitas, oh Señora, que la calumnia y las invenciones inícuas de los enemigos de la rectitud y del órden sagrado prevalezcan jamás sobre la inocencia y la justicia : alcánzame de tu Hijo la gracia de vol- ver felizmente al seno de mis hijos , para bendecirlos y gobernarlos con justicia y paz: ahuyenta tambien, oh Madre amorosa, de mi amada grey á los lobos del averno que intentan turbar Jos corazones de tus corderos con doctrinas erróneas, y apartar de la obediencia á las ove- jas de-tw-rebaño, y.se visten de manto de hipocresía para trastornar- los 4 todos con escritos malvados, que desvian á los hombres del cami- no de la verdad. Hacedlo así, oh Reina del mundo, para que mis ama- dos hijos y todos los hombres reconozcan siempre que deben su dicha temporal y eterna al Pastor y Obispo de las almas tu Hijo Jesus, y vi- van unidos al que él instituyó Cabeza visible de la Iglesia católica, al Romano Pontífice, siguiendo su doctrina, anatematizando lo que él anatematiza, obedeciendo á lo que él prescribe, y viviendo para siem- pre en el cuerpo de la Iglesia Católica , Apostólica, Romana, áfin de que unánimes todos glorifiquen con sus buenas obras á tu mismo San- tísimo Hijo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina, Dios por los siglos de los siglos. Así sea. FIN DE LA OBRA.

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