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97 política y sus cantares proféticos, y sus tratados sublimes de educa- cion, de religion y de filosofía ; Josafat, Ezequías , Josías y los Ma— cabeos , que llenan la tierra con la fama de su celo por la gloria de Dios; una verdadera falange de sabios, que exceden en conocimientos á los más acreditados de Grecia y de Roma; un conjunto de riquezas cual no vieran jamás los siglos; unos monumentos artísticos , que por su magnitud llevan impreso el sello de la pujanza de la edad de los Ti- tanes, y por su precision y belleza de arquitectura encadenan á sí cuanto más tarde elaboraron los escultores de los griegos y los ar- quitectos romanos , todo esto, y más , que apénas puede describirse, forma el tejida de las glorias propias de la familia: llamada á reinar en David y sus hijos. Et Mujeres celebres. En el bellísimo conjunto de los hechos del pueblo hebreo y de sus grandezas hay una cosa muy notable, que €n vano buscarémos en otra nacion fuera de la oriunda de Abraham. Entre tantos héroes, y sabios , y profetas, que son como las columnas del gran edificio de la monarquía hebrea, y como los árboles gigantescos, bajo cuya sombra se cobija el pueblo escogido , aparecen de tiempo en liempo unos séres admirables, que dan relieve y hermosura al edificio de grandeza nacional , y son como los esmaltes y matices que decoran la obra, es digno de gran atencion el ver que la mujer hace un papel muy brillante en todas las fases por donde pasó la descendencia de Abraham ; pues hubo muchas que tomaron una parte muy activa en las empresas que tanto lustre y tanta gloria la dieron, habiendo sido el ornamento de la nacion y la gloria de su sexo (1). A diferencia de los demas pueblos , la mujer hebrea, así como era honrada en el hogar doméstico, lo era tambien en los asuntos públicos : ellas dieron (1) Un autor, célebre por la pureza del lenguaje en su propio idioma, ha escrito un tratádo titulado, De claris mulieribus, haciendo una rese- ña breve de cuantas mujeres célebres hubo en las edades antiguas. Son unas ciento aquéllas, cuya memoria trasmite á la posteridad , enmpezan- do por Eva y concluyendo con Juana , reina de Jerusalen y de Sicilia. Pero á excepcion de la primera y de alguna que otra que pertenece á la era cristiana, ni una sola se encontrará asociada al hombre para lo bue- no, miéntras que muchas de ellas se ven unidas á las empresas malas, y casi todas cifran su celebridad en su belleza natural, en sus intrigas, en sus infidelidades, y en una gran variedad de crímenes que cometie- ron. Ninguna es célebre por sus virtudes, y es bien rara la que lo me- reciese ser por su pureza y castidad.
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