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35 lo había de engrandecer, haciéndole padre de muchos reyes (1). En el espacio de dos mil años (2) que mediaron desde que Dios señaló el tronco de donde había de nacer su Hijo, hasta que éste apa= reció en la tierra, la descendencia de Abraham recorrió la carrera más gloriosa , que haya podido caer en suerte á prosapia alguna. Hubo so- bre todo una familia , y era la que descendía en línea recta del mismo gran Patriarca, cuyos individuos fueron heredando grandezas y acu— mulando glorias de una manera asombrosa. Isaac fué solidario de la fe de Abraham , quien la trasmitió á Jacob y á sus hijos, recayendo la herencia de las promesas divinas en Judas , cuyos nietos fundaron la monarquía más gloriosa que ha tenido el mundo. No hubo género de glorias celestiales y terrenas, que no fuera el patrimonio de-esta familia; grandes é ilustres conquistadores; grandes é invencibles ca= pitanes ; guerreros valerosos é invictos ; sabios profundos y consuma— dos; literatos y escritores celebérrimos ; monarcas , por hn, ilustres y cumplidos , en quienes se veían en grado igual, pero siempre su- blime , las virtudes que los hacían grandes en la paz , famosos en la guerra, benéficos en el seno de su nacion , pios en el santuario, jus- tos en la administracion de su reino , y santos en todas sus obras. Todas estas glorias de ciencias, de artes, de letras, de saber , de vic- torias, de munificencia , de piedad y de religion se presentan de un solo golpe , con solo nombrar á David, á Salomon , á Josafat, á Eze- quías , á Josías , á Isaías , á Zorobabel. Sin embargo, es preciso tener presente, que todas estas grande- zas no se las había Dios dado sólo por ellos, pues la metrópoli de la Palestina , su templo, sus palacios, su trono, y cuanto constituía sus glorias religiosas y mundanas, era todo junto una figura de lo que en tiempos venideros había de suceder en un órden de cosas más subli- mes. La monarquía hebrea era una ligera sombra de la que el último hijo de David había de fundar , dándola una estabilidad eterna. Sus mejores monarcas fueron tambien la figura expresa de ese último vástago de la familia llamada á reinar. David en sus victorias contra Goliat , los filisteos , los amalecitas y otros mil enemigos, era el tipo animado del Señor, fuerte y poderoso en la batalla , que: había de vencer al mundo, al demonio y al infierno. Salomon, reinando pací- ficamente sobre su pueblo, acabando de subyugar sin mucha efusion de sangre á naciones adversas , erigiendo templo suntuoso al Altisi- (1) Genes. , cap. 17, v. 6. (2) Era el año del mundo 2083 y 1917 ántes de Cristo, cuando Dios ha- bló á Abraham diciéndole, que lo haría padre de un gran pueblo, y que en él, es decir, en su semilla, que es Jesucristo, serían BENDECIDOS to- dos los linajes de la tierra. (Gen., cap.12, v. 2,3.) Hemos puesto el nú- mero redondo de 2000, siguiendo el método de los autores antiguos.

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