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A e 2 A E ga A - o 597 LIBRO TRIGESIMO NONO. OREA A EL REINO DE LA VÍRGEN. El dia de la asuncion de la Vírgen á los cielos podemos decir que fué el destinado por Dios para darla á conocer al mundo como su Rei- na y Señora. Había ella seguido en su peregrinacion de la tierra la misma condicion de su Hijo, pasando sin gloria entre los hijos de los hombres: y para no discrepar ni en un ápice del que es el tipo de los justos en su vida mortal y en la gloriosa, tambien pasó por la sepa— racion del cuerpo y del alma, entregando ésta á su Criador y aquél á las tinieblas del sepulcro. Pero, todo esto era transitorio: la que no incurrió en la culpa, no incurrió tampoco en la pena: si murió por pa- recerse en todo á su Hijo, era natural que se levantase del sepulcro, llena de gloria é inmortalidad, para reinar con él, ya que había vivido con él, padecido con él, y podemos decirlo, hasta muerto con él en su corazon; porque en realidad , todo el tiempo que el cuerpo de Jesus estuvo en el sepulcro, bien podemos afirmar que la Virgen vivia con los hombres, y estaba muerta con su Hijo: vivía entre los discípulos, pero sin corazon, porque éste estaba,en otra parte, en el sepulcro de su Hijo. Tras el tiempo venía la eternidad, eternidad de triunfo, de gloria y de corona: y este dia invariable empezaba en aquel mismo, en que la Virgen se durmió, volando su alma al cielo, y quedando su cuerpo exánime en el sepulcro , hasta que volviese aquélla á darle nue- va vida. En realidad, la Virgen recibió la corona de la gloria eterna en el mismo momento de su tránsito feliz: pero, como sobresale entre los santos como el sol entre los planetas, no podía ser que hiciese Dios con la Reina, lo mismo que hace con los siervos al coronarlos. Estos al trasmigrar á la patria del cielo, dejan aquí la mitad de su compues- to, para que duerma en el polvo, y los huesos áridos se alegren con la esperanza de la resurreccion venidera; pero esto no era la pauta para la Virgen, que había sido el arca de santificacion, donde Dios había vivido. Su Hijo era el tipo de la resurrección futura para todos los justos; mas , respecto de su Madre no podía suceder así, pues para ella todo era presente: él resucitó al tercero día con su propia vir- tud, y su Madre había de resucitar tambien al tercero dia por la vir- tud del Hijo. Este dia era dia de gran solemnidad en el reino de Dios:
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