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396 ella es el elogio de los Profetas y los Apóstoles, el honor de los márti- res, la corona y la gloria de todos los Santos, el refugio segurísimo de los que peligran, la fidelísima auxiliadora y poderosisima mediadora y conciliadora de todo el orbe delante de su Hijo, el ornamento y la hermosura de la Iglesia, y la que sacó al pueblo fiel de todas las cala- midades, y nos libró á nosotros tambien de muchos peligros (1).» Con estas cortas sentencias hace nuestro Santísimo Padre Pio 1X la historia de lo que ha hecho la Virgen María por la Iglesia y por la estirpe humana, concluyendo en seguida con exhortar á todos los cre- yentes á que no cesen de rogarla, para obtener con su intercesion la gracia y la gloria. «Oigan, dice, estas nuestras palabras todos los hijos de la Iglesia católica, que tan queridos son de nuestro corazon, y con una liligensia, cada dia más ferviente, de piedad, de religion y de amor, proenren honrar, invocar y rogar á la beatísima Madre de Dios, la Virgen María, concebida sin mancha de pecado original: y en to- dos los peligros, angustias, necesidades, y trances dudosos y ambi— guos acudan con toda confianza á esta dulcísima Madre de misericor- dia y gracia. Porque nada hay que temer, y todo se ha de esperar siendo ella la guía, estando propicia, y siendo la protectora, puesto que profesándonos un amor maternal, y vigilando por el negocio de nues- tra salvacion, tiene cuidado de todo el linaje humano, estando siempre á la diestra de su Hijo Unigénito, nuestro Señor Jesucristo: y ensal- zada sobre todos los órdenes de los Santos y sobre todos los coros de los Angeles, ora sin cesar, alcanzándolo todo con sus ruegos eficaci- simos, pues halla cuanto busca, y no pueden quedar frastrados sus deseos (2).» Esta es la fe de la Iglesia: esta fué la esperanza de todos los siglos: este es el sentimiento de todos los fieles: esta es nuestra fe, y nuestra esperanza, en esta fe vive y vence á los enemigos visibles é invisibles nuestro venerable Pontífice, que está combatiendo hace ya veintitres años contra el rey de las tinieblas, y contra los que por sus sugestio- nes malignas están atacando á la Iglesia por todas partes; ésta tam-— bien ha de ser la fe y la esperanza de todo el que quiera conseguir la vida perdurable. 1) Bulla Pii IX. Ineffabilis Deus, die 9 Decembris an. 1834, (2) 1d, ibid.

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