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A O dl -- at Ot Qt LIBRO TRIGESIMO SETIMO. a AAA ASK TERCERA VICTORIA DE LA VIRGEN SOBRE LUCIFER. No todos los engaños que tuvo Lucifer en las obras misteriosas de la redencion , provenían de aquel orgullo con que despreciaba al Dios humanado , vituperando sus humillaciones. Tuvo cerrados tam- bien los ojos de su entendimiento por una disposicion especial del Señor , quien le puso por delante un denso velo, para que no pudiese ver lo que Dios no quería que supiese. Y esto nos hace ver que la sa- biduría de Dios excede infinitamente al saber del demonio, y á su malicia. Había en ello un gran designio del cielo como nos lo explica San Bernardo con un razonamiento bellísimo, que no podemos menos do insertar. «Convenia, dice este doctor, que el secreto de. los consejos divi- nos estuviese oculto por algun tiempo al príncipe de este mundo: no porque temiese Dios que aquél pudiese poner impedimento 4 su obra, si quisiera ponerla de manifiesto, sino porque hace todas las cosas, no sólo con una fuerza irresistible, mas tambien con una sabiduría inefable. Y así como en todas sus obras acostambra guardar ciertas congruencias de tiempos y circunstancias , para que haya hermosura en ellas, así quiso demostrar en la obra de nuestra reparacion, no sólo su omnipotencia , sino además su sabiduría. Y convenía en ver- dad, que dispusiese con toda suavidad todas las cosas, á saber, las celestiales y las terrenas; para que una vez arrojado de allí el inquie- to, consolidase la paz de los otros; y teniendo que vencer aquí al envidioso, nos diese ántes ejemplo de su humildad y mansedumbre : y de esta manera , poniendo en accion su altísima sabiduría , se dejase ver al mismo tiempo y con las mismas acciones, suave y benigno para los suyos, y terrible y fuerte para sus enemigos (1). » Dice San Bernardo estas bellísimas sentencias, al tratar de lo con- veniénte que era en la economía de la redencion, que la Virgen Ma- ría fuese desposada con San José. Son muy sublimes y significativas las palabras con que explica este Santo la conveniencia, y queremos repetirlas. «De este modo, dice, lo santo quedaba escondido á los in- mundos , el esposo venía á ser el testigo irrefragable de la virginidad (4) Homil.2.* sup. Missus est

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