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din” e + e o AA E bi 531 firmó la paz entre el cielo y la tierra, se abrió el cielo, se cerró el abismo, fué herido el coloso de la soberbia, el linaje humano tuvo un Adan santo, inocente , sin mancilla, más alto que los cielos , Segre gado de los pecadores, en vez del otro pecador, prevaricador y apósta- ta; y una Eva virginal, inocente , sin mancilla, prudente, recatada, modesta , humilde, caritativa , cariñosa, fuerte, triunfadora y verda- dera madre de los hombres, en vez de aquella corrompida, incauta, procaz, altiva, y orgullosa, sin piedad, sin amor, débil, vencida y engañada por la serpiente, y causadora de la ruina de todos sus hijos. En esta materia no puede darse un paso más, porque las mara- villas sesuceden con tanta rapidez, que el entendimiento más sublime se queda anonadado. El hágase de la Virgen hizo, «que Dios entra- se como en éxtasis de las bellezas de su alma , como afirma San Dio- nisio (1), y que saliese de si mismo: » porque en realidad dió un sal- to desde su trono de gloria inaccesible hasta el seno de la Virgen, donde colocó un cielo nuevo, donde vivió la augusta Trinidad, donde hubo adoraciones angélicas y melodías celestiales, siendo la causa de estas maravillas el amor de Dios y la humildad casi infinita de la Vír- gen. Con aquel triunfo del mismo Dios, á quien encanta y enamo- ra (2) : con esta triunfa del enemigo, y lo hiere en el centro de su corazon, mereciendo desde entónces que la llamasen feliz todas las ge- neraciones; es decir, «las del cielo, las de la tierra, las de los infier- nos : porque la humildad de la Virgen fué causa de bien para todas estas generaciones, dando restauracion á los ángeles, reconciliacion á los hombres, y á los cautivos de Lucifer libertad (5). Aquí concluirémos esta materia, aunque sintiendo el tener que poner fin á la narracion de lo que es inenarrable : pero no podemos resolvernos á ello, sin hacer nuestras las siguientes sentencias , que engendra el cuerpo de su Hijo, y es causa dispositiva para que Dios crie el alma y la infunda en ese cuerpo , dejeuya union tiene que resultar un individuo, una persona humana. Pero, aquí entra el gran portento , y es que uniéndose en el mismo acto á la naturaleza humana la divina en la persona del Verbo, la Vírgen engendra á Dios , y concibe á Dios, por- que la persona divina, que es Dios, hace suyos aquel cuerpó, aquella alma y aquella union del cuerpo al ulma , no pudiendo haber resultado de esa union de cuerpo y alma la personalidad humana que es finita, por haber venido la divina, que es infinita, (1) Lib. 4 de Divin. Nominib. (2) Asilo dice el Beato Dionisio Cartusiano en estas palabras: «Virgo sacra per charitatem fuit summe et immediate disposita ad Unigentti Filii Dei conceptionem. Nam charitas preestantissima , atque divinissi- ma , Deoque placentissima virtus est, conjunctionem , transformatio- nem, et Insofubilem colligationem efficiens. (Dyonis. Cart. in Luc, 1, a. 2.) (3) S. Bernardin, tom. 3, serm. 3de B. V. M.

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