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345 intentando comprender los misterios divinos, y viendo que su razon altiva y orgullosa no llegaba á abarcar lo que es inmenso é infinito, negó la existencia de esos mismos misterios, y se levantó contra el Dios misericordioso y omnipotente que se los manifestaba (1). El ángel encargado de descubrirá la Vírgen la serie de las obras, que iba á ejecutar en ella el Todopoderoso, continuó su mision , ha- ciéndola saber que no tenia por qué temer, pues iba á concebir y engendrar un hijo, que se llamaría Hijo del Altísimo, á quien Dios daría el reino de su padre David , para que reinase en la casa de Jacob para siempre. Y es muy digno de notarse lo que dice y hace la Vir- gen al oir cosas tan admirables: porque ella no duda lo que se le anun= cia, ni rechaza la proposicion que se le hace: pero su razon ad- vierte que hay términos contradictorios entre lo que el ángel le propo- ne y ella tiene ofrecido. El ángel viene de parte de Dios á decirle que ha de ser madre, y ella tiene prometido ser siempre vírgen: ella no duda de que Dios ha oido sus votos y que los mira con complacencia, y siendo el mismo Dios, quien al parecer, intenta que abandone la gloria de la virginidad por la de la maternidad, no duda de su poder, ni de su bondad, ni de su misericordia , ni de que se cumpla en ella lo que el ángel la anuncia, y lo que ella tiene prometido, Mas siendo eso imposible si se atiende la naturaleza á las leyes que la rigen no escondién- dose á la sublime inteligencia de la Virgen que Dios puede suspender los efectos de esas leyes, derogarlas, anularlas , y hacer cuanto quiera, usa de su derecho y expone al ángel que la explique cómo ha de su- ceder que ella tenga un hijo, siendo así que ni ha conocido varon, ni puede. conocerlo por prohibirselo el voto que ha hecho de virginidad perpétua. ¿Qué es lo que se nota en este proceder de la Virgen? Un conjunto de virtudes practicadas en grado heroico , cual no había habido seme- jante en ninguna criatura. ¡Qué fe para creer cuanto el ángel la re- vela! ¡Qué fortaleza para defender su humildad de los asaltos que la dan esos elogios inauditos! ¡Qué fortaleza además para rodear su vir- ginidad de toda defensa, poniendo todo su esfuerzo para rechazar áun las mas culminantes dignidades, si no son compatibles con el estado (1) Aunque generalmente enseñan los teólogos que el pecado de los ángeles malos fué el orgullo y la soberbia , no se sabe cierta y determi- nadamente, cuál fué la causa inmediata, que fué como la piedra de choque donde se estrellaron. Sin embargo , como para ser remunerados con la bienaventuranza, tuvieron que pasar por una tentacion, opinan algunos que ésta fué la de la fe, y que habiendo Dios revelado en aquel momento á todos los ángeles el misterio inefable de la encarnación fu- tura de su Hijo , el orgulloso Lucifer no quiso persuadirse de que Dios se humillase á tanta bajeza , cual era hacerse hombre, arrastrando á la tercera parte de los ángeles en su incredulidad y apostasía, ax Y)

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