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3 / ¿Mi nl Mi 532 near el modo inefable como Dios prepara cuanto pertenece á la ejecu- cion de su obra predilecta; pero sí tenemos que decir que en esa ejecucion no hay más que dos agentes, que son Dios y la Virgen, y que esta Virgen tiene una accion é influencia muy activa en la obra, siendo ella precisamente no sólo la compañera de Dios y su coope- radora , sino además el medio de que se vale para dar á Lucifer una batida que lo humille hasta el polvo, y le quite las presas que tenía este tirano. 4 La Virgen y Lucifer son dos séres que han vivido siempre muy léjos uno de otro, pero mediando una diferencía muy notable en el conocimiento recíproco , porque la Virgen sabía muy bien que Luci- fer no tenía en su corazon sino ideas de soberbia , de encono y odio contra Dios, cuyas obras quisiera destruir. Al contrario, Lucifer nada sabía de los pensamientos de la Virgen, ni podía pasar en sus obser- vaciones de la superficie exterior; el interior era-un santuario cer- rado, sin que taviese el más ténue resquicio, por donde pudiese echar la más ligera mirada. En cuanto al misterio de la encarnación estuvo siempre á ciegas, pues prescindiendo de que en esa materia ninguna criatura puede saber nada, si Dios no se lo revela, era tan obstinada la aversion del príncipe de las tinieblas á la idea de que Dios pudiese hu- millarse á ser hijo de Adán, que él mismo se cerraba los ojos para no querer ver nada, aunque la luz se le presentase delante con la claridad del sol de Mediodía. Tan cierto es, que no es Dios quien endurece el corazon del orgulloso que se niegue á creer su palabra, y pretende que su razon valga tanto como la divina, sino que es él mismo quien se obstina en su iniquidad , queriendo ántes perderse € ir á las maz morras eternas del averno , que doblar su cerviz altiva ante el acata- miento de Dios. Vamos á describir el estado de inteligencia de Lucifer respecto de la Virgen con las palabras de un escritor antiguo, que confirman lo que acabamos de decir. « Tratábase, dice, de preparar la ejecucion de un gran misterio, cuyo conocimiento no había sido concedido, ni siquiera á una de las inteligencias superiores, conviniendo mucho más que esto se ocultaseal príncipe de las tinieblas y á sus compañeros de rebelion. Por lo mismo aquel tirano, no poniendo atencion en las cosas que pasaban en el templo con la Virgen, no hacía más que mirar á esta inmaculada, sin dejar de fraguar siempre sus malos de- signios. Veíala más sublime que los demás en su condicion , advir- tiendo que era inaccesible á toda tentacion. Y como no pudiese acer- carse á ella, ni conmover en lo más mínimo su corazon sin mancilla, tenía que contentarse con mirarla por de fuera nada más. Asi es que si bien las cosas misteriosas acerca de la Virgen fueran reveladas al Sacerdote, él nada entendió ni supo de estas cosas , ora fuesen decla- radas por oráculos ó bien confirmadas con hechos. El por cierto mira-
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