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517 LIBRO TRIGESIMO QUINTO. a O LA VÍRGEN Y SU PRIMER TRIUNFO SOBRE LUCIFER. Entre las varias relaciones que ponen á la Vírgen en contacto con otros séres, ninguna hay como ésta, de cuya naturaleza y propieda= des vamos á tratar. La hemos visto en relacion con Dios, con los án= geles y con los hombres, y necesariamente hemos hablado de amor, de cariño, y de ternuras, de favores, de gracias, de piedad, de dicha, de riquezas, de amistad , de proteccion, y de cuantas cosas contribu- yen á formar la felicidad de dos séres que se aman. Y tales son Dios y la Virgen, la Virgen y los ángeles, la Virgen y los hombres. Dios tiene en María una criatura escogida entre todas para ser su madre, y hay un vínculo de amor que los une: los ángeles ven en ella á una Reina , pero la más amable y la más dulce de todas las princesas, y los unen á ella los vínculos de un amor respetuoso, de una reverencia suma , y de una admiracion extática , la cual les hace desear ocuparse en servirla y obsequiarla, constituyendo ellos en esto una gran parte de su felicidad; los hombres, más felices en esto que los ángeles, suben en sus relaciones á lo que verdaderamente es el encanto de la vida, á la region florida del sentimiento, al campo ameno de los afec- tos: los hombres y la Vírgen son una familia con su madre, como lo tenemos demostrado. Todas estas relaciones son encantadoras y tier— nas, todas respiran amor: mas en las que vamos á explicar sucede todo muy al revés: mas bien que relaciones, podemos llamarlas con toda precision aversiones. La Virgen y Lucifer no pueden estar juntos: son dos séres que se rechazan y se persiguen : mejor dicho, son como la luz y las tinie- blas: viene aquélla y huyen éstas; viene María y huye Lucifer. Y por cierto fué esto así desde el principio; porque cuando plugo á Dios anunciar la existencia de la Vírgen á Lucifer, descubrió cuáles serían las relaciones que habría entre los dos, y empezó á hablar compen- diándolas en la primera palabra que dijo. Esta fué, enemistades(1 ); enemistad en las ideas, enemistad en los pensamientos, enemistad en las palabras, enemistad en las obras. Entre la Virgen y Lucifer no po- día haber pacto de paz, ni darse tregua, ni formarse transaccion. Lo que la Virgen creyese, lo detestaría Lucifer; lo que ella desease , él (1) Gen., cap. 3, v. 15.
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