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E 13 1d A 0 A ii RR AO tr + a 498 suma y poseerla, y la verdad suma es Dios. Y ¿este Dios sapientísimo y misericordioso hubiera dejado al hombre en esa ansia , no descu- briéndole jamás su rostro, no mostrándosele para que el hombre la vea, y hable con él, despues que él mismo ha dicho que su gran de- licia es estar entre los hijos de los hombres? (1) No, Dios no quiso que el hombre estuviese privado de un trato íntimo y familiar con él ; y si bien por el pecado podemos decir , que en cierta manera Dios se re- tiró al gielo, al trono de luz inaccesible, donde vive, y á donde ningun hombre puede llegar (2), tambien es cierto, que determinó dejarse ver de los hombres, vivir con ellos y tratar con ellos como un amigo con otro. Pero para hacer Dios esta fineza al linaje humano, determinó tener una madre, para que por medio de ella pudieran los hombres acercarse á él, verlo, tocarlo, y conocerlo. Esta Madre es la que ha de llevar á los hombres al conocimiento de Dios. S. L El mundo antiguo sin luz. Si por unos momentos hacemos una abstraccion, y quitamos de la naturaleza humana las luces copiosas de la ilustracion que la bañan desde hace diez y ocho siglos, nos encontramos de repente en un mundo tenebroso, en el cual todo es confusion. Si intentamos en ese caso sondear las creencias de los hombres sobre la existencia de Dios, unos nos dirán que no saben si lo hay, ni lo que es, ni lo que hace; y nos vemos entónces en medio de criaturas sin criador, de séres ordenados sin ordenador, y de entes conservados en sus instintos sin providencia ; pues segun aquellas inteligencias oscurecidas era el acaso quien había hecho el mundo, miéntras que otras, gloriándose néciamente de conocer á Dios, afirmaran que Dios es el mundo, y cuanto palpamos y vemos, teniendo una naturaleza universal, la cual estodo lo que hay que ser. Y entónces ¡oh portento de necedad filoso- fica! tenemos un Dios que es azul en los cielos, trasparente en los aires, cristalino en las aguas, diáfano en el diamante, duro en el mármol , inmundo en las basuras, cruel en el asesino, sanguinario en el tigre, y perverso en el malvado, al paso que lo hallarémos esclavo en unos hombres, libre en otros, mandando en unos, obedeciendo en otros,.y siendo á: un mismo tiempo avaro y generoso, piadoso y duro de cora- zon , bueno y malo. Para que la sociedad se quedase sin conocer á Dios, ni amarlo, ni servirlo, no había que hacer más que proponerle esa divinidad del (1) Prov. caf.8, v. 31. (2) Timot. 1, cap. 6, y. 16.

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