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432 muerte, entregará su reino perfecto y cumplido á su Padre, pues entónces, como,dice San Pablo,.ha de tener su últi- mo complemento la victoria eterna, conseguida sobre la muerte , y el infierno, y el demonio (1). A pesar de nuestra pequeñez y de loexiguo de nuestras luces, harémos lo posible para describir con brevedad los inefables misterios dela vida de la Virgen, recorriendo de nuevo el periodo de su vida mortal, la cual fué en lo exterior abyecta, pero en lo interior un tejido de glorias: tambien la: contemplarémos «en su: trono de gloria” gobernando desde allí junto con su Hijo ú4la Iglesia, y viviendo junto con él en ésta, como la madre. en medio de sas hijos. Y de todo-esto saldrá:, como sale el rayo de luz, la gloria más grande de la Virgen despues de la divina maternidad , que consiste en.ser la defensora de la Iglesia, la: vencedora del demonio , la «destructora: del pecado , la-extirpadora de los errores; la Madre por fin más tierna y cariñosa de los hom- bres, que temen ú:su Hijo, y lo aman, y le sirven, 4 los cuales cubre consu manto, los acaricia, y los sostiene en los-trabajos de la wida presente, enseñándoles la que les espera en el cielo, redundante en torrentes de luz y de placeres inefables sin fin. (4) 4.* Cor. , cap. 15. v. 24.

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