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36 y cómo Dios la tenía consigo en el principio de los tiempos. El Se- ñor me poseyó, dice la Sabiduría eterna, en el principio de sus caminos, desde el principio, ántes que eriase cosa alguna, Desde la eternidad fuí ordenada, y desde antiguo, ántes que fuese hecha la tierra; aún no existían los abismos, y ya era yo concebida; aún no habían brotado las fuentes de las aguas; aún no había asentado los montes sobre su pesada masa; ántes que los collados era yo dada 4 luz: aún no había él hecho la tierra, ni los rios, ni los polos de la redondez de la tierra. Cuando él preparaba los cielos, estaba yo pre- sente; cuando con ley cierta y círculo redondo cerraba los abis— mos; cuando afirmaba arriba la region etérea, y equilibraba las fuentes de las aguas; cuando circunscribía al mar su término , y po- nía ley á las aguas para que no pasasen sus límites; cuando ponía colgados los cimientos de la tierra, con él estaba yo concertándolo todo, y me deleitaba cada dia, regocijándome en todo tiempo en su presencia ( 1). Esta era María en la mente de Dios desde la eternidad; la tenía consigo como el medio de obrar el gran portento de la aparicion de su Hijo en la tierra, y el no menor de subir á los hombres al cielo, como á la reformadora de las obras de la creacion deterioradas por la culpa, como á la Madre del Verbo divino humanado, eomo á la consumadora de todo bien. Pero concluyamos, que si tanto valía esta nobilísima Virgen en la mente de Dios cuando sólo estaba decretada su existencia, es mucho y es infinito su valor ahora que existe des- pues de haber consumado todo lo que se había decretado que hiciese desde la eternidad. Para nosotros vale nada ménos que nuestra salva- cion eterna : oigamos las últimas palabras de la misma Sabiduría , y nos convencerémos. Se dirige á nosotros, y nos dice con indecible amor las siguientes palabras: Ahora pues , hijos , oidme : bienaven- turados los que guardan mis caminos; escuchad la doctrina, y sed sabios , y no querais desecharla. Bienaventurado el hombre que me oye, y que vela á mis puertas cada dia, y está de acecho en los pos- tigos de mi puerta. Quien me hallare, hallará la vida, y sacará salud del Señor (2). (4) Prov.,cap. 8, vv. 22á 31. (2) Prov., cap.8, vv. 324 353.

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