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NEO os » 34 brotando torrentes de agua; los rios detenidos y soltados; el sol pa- rado; la nube andando; la columna de fuego marchando ; la vara seca dando flores ; la zarza ardiendo sin quemarse; pero esto no es nada para el poder de Dios: en María las leyes de la razon y de la natura- leza dejan de tener vigor. Parir y quedar Vírgen, dar á luz á Dios siendo Dios y hombre , dar la flor sin perder la flor, y el fruto, que- dando no sólo incorrupta sino divinizada, esto es más que todos los portentos juntos (1). La Virgen Maria sería el íínico trasunto de la na- turaleza divina en su virginidad perpétua , dando á luz su Hijo que- dando íntegra, inmaculada , sin mancilla, y tan virginal despues del parto, como lo fuera ántes. Al propio tiempo su fecundidad sería infi- nita, porque el fruto de su vientre es infinito. María ha de parir al Hijo de Dios, que vale más que todos los hijos de todoslos hombres jun- tos. María ha de ser Madre del que da vida á cuanto vive , del que da laz á cuantos son iluminados, del que opera Ja salvacion de cuantos se salvan, Hay mucho de infinito en estas dos cualidades que tiene la Virgen, ora por su orígen, ora por el modo, ora por los resultados. Su virginidad es infinita, por proceder de una virtud infinita: su fe- cundidad es tambien infinita, porque infinito es cuanto hace su Hijo, por ser el Hijo de Dios; y una y otra son infinitas en su duracion, porque por toda la eternidad María ha de ser simultáneamente Virgen y Madre. Estas dos cualidades de virginidad y fecundidad en la maternidad divina, á que estaba predestinada la Vírgen, están en la mas completa armonía con las dos grandes operaciones de que hemos hablado, que son: humanarse Dios, bajando del cielo á la tierra , y deificarse el hom- bre, subierdo de la tierra al cielo, y hacer que María se asemeje á Dios en sus obras de una manera, que es exclusivamente propia de ella. Porque el Verbo divino con un solo acto, que es el de la Encar- nacion, se hace hombre, lo que es el mayor milagro de su omnipo- tencia, y eleva al hombre al cielo, lo que es tambien el prodigio ma- yor de la gracia. Al unirse su naturaleza divina á la humana, no se divide aquélla, ni se mezcla , ni se confunde con ésta, quedando ínte- gra, intacta, pura, sin mancilla : pero al mismo tiempo son tan asom- brosos y tan fecundantes los efectos de esta union, que con sólo ella produce millares de millares de hijos de Dios adoptivos, los cuales han de ser juntamente con él herederos de la gloria. Sucede una cosa semejante á ésta en María, porque con solo un acto, que es el de concebir y engendrar en su seno al mismo Verbo divino, da á éste toda la naturaleza humana, que tafnpoco se mezcla ni confunde con la divina, ni es absorbida por ella, quedándose pura, integra y con (1) Div. Joann. Geometr. in cap, 1. Luc.
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