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353 más que alegasen los «escribas y sacerdotes, lo remitió de nuevo á Pilato, diciéndole; que no habia motivo para juzgar ni condenar al reso. A Entre tanto -¡ qué espectáculo' tan consternador presentaba Jeru- salen! Hallábanse en ella aquel dia muchos cientos de miles de judíos, - que habían venido de: toda region á celebrar la pascua : y quizás ha- bían entrado en Jerusalen, parte con el pensamiento de ver si por casualidad en aquella gran solemnidad tendrían la dicha de conocer y oir predicar al gran Profeta, cuya fama había llegado 4 Tyro y Si- don ;:4:las riberas del mar y 4 las islas lejanas, parte con el (deseo de verlo morir, como á enemigo de los sabios de la nacion. ¡ Qué decepcion' para estos primeros! ¡Qué alborozo tán inespera- do: para los segundos! ¡ Qué conmoción para: todos! La primera no- ticia.que tuvieran, al: amanecer la vigilia de la Pascua , fuó que el Profeta había caido en manos de la justicia : y decíase además, que la santa sinagoga había descubierto que era un hombre engañador, amigo de publicanos y pecadores, que tenía pacto con Belcebú, y que había engañado al pueblo, vendiéndose por Hijo de David y el Mesías prometido, cuando se sabía ya que era un galileo , sin edu- cación, 'sin haberes y sin letras. Todas estas noticias y reseñas, ves- tidas con. mil calumnias más, habían desparramado en la ciudad los sacerdotes y fariseos malignos, haciendo que fuesen el pábulo de to- das las conversaciones de sus habitantes. Aún no ha sido anunciada por las. trompas del templo+la hora de tercia, y ya la ciudad en peso es un tumulto continuado: porque habiendo sido llevado Jesus, de un tribunal -4:.otro atravesándola en varias direcciones, no hay un solo ángulo, ni callejon, adonde no haya llegado la noticia de su cap- tura, y de:los procedimientos criminales , entablados desde la vispera contra su persona, Un estruendo semejante al de cien torrentes , que se precipitan por todas partes, á juntarse coffel gran cauce que los absorbe todos, y ya arrancando cuanto encuentra en su marcha pavo- rosa, seba difundiendo por los cuatro ángulos de la ciudad ; pues todos sus habitantes, mozos, ancianos, y jóvenes, corrían desafo- rados ,. desembocando -en la calle por donde Jesus volvía de casa de Herodes, para ser presentado de nuevo al Presidente romano; No fué poca la pena que tuvo la Virgen, para poder llegar al pa- lacio. del Presidente, y confundirse entre- el gentío innumerable que se había congregado en todos sus alrededores. ¡ Cuémtas veces, tuvo que detener «sus pasos virginales , para no ser derribada por la gen- tualla, que se precipitaba, y por faltarla el aliento para alcanzar el inmenso peloton ,. en que iba su Hijo! ¡Cuántas , le temblaron sus 9j- dos, al pasar junto á ella la chusma, preguntando á voz en cuello por la calle por donde llevaban al blasfemo que se había llamado Hijo de Dios! ¡Cuántas atrocidades vió cometer en la sagrada persona del Re- 23
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