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320 deso Hijo, como á maestras de la fe y de la castidad (1). En cualquiera lance pues, en cualquiera peligro ó tentacion ó tri- bulacion que nos hallemos , levantemos nuestros ojos á María : tomé- mosla por modelo de“nuestro comportamiento , y elamemos á su ma- ternal corazon diciéndola + Oh María , tu memoria nos es más dulce que la miel; más suave que el néctar, y más consóladora que la am- brosía: tu nombre recrea á los cansados, alegra á los tristes, alivia á los:oprimidos ; endereza á los que yerran, y convierte á los peca- dores : no permitas que los que te amamos, nos resfriemos jamás en tu amor y en la devocion á tu corázon sacratísimo : para que unidos á tí como verdaderos hijos , amemos 4 Dios 'eon tus mismos senti- mientos ,: y le: sirvamoz econ una fidelidad semejante á la tuya, que nos proporcione la corona de la vida eterna. Así sea. (1) Bona ergo viduitas. Hiec enim magistra fidei, magistra el casti tatis, (S. Ambros. ¡ lib. de Viduit.)

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