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325 LIBRO VIGESIMO PRIMERO. —— A — LA VIUDEZ. Había ya diez y ocho años que la Virgen María - vivía en compa= ñía.de su Hijo y de su casto esposo enla ciudad de Nazareth , lle- vando siempre el.mismo tenor de vida y costumbres , y siendo el mo- delo.más.acabado de madres y de esposas : corría ya tambien el dé- cimoquinto del imperio de Tiberio y el trigésimo primero de la vida de su Hijo , y se acercaba el tiempo destinado por la Sabiduría eter- na para empezar á predicar á los hombres la verdad y el reino de los cielos. Entre tanto, movíanse por todas partes las gentes con la fama de un hombre extraordinario ,que había venido del desierto á las ri= beras del Jordan, y predicaba penitencia bautizando á cuantos venían á oirle sin distincion de personas , pues se apresuraban á. las aguas del santo rio los plebeyos , los sabios , los soldados y áun los publi- canos: Era Juan Bautista (1). El ascendiente que este hombre había tomado en el pueblo , el verlo vestido ásperamente con pieles de camello, y el saber que no comía sino langostas y miel silvestre , y el oirlo predicar con una li- bertad nunca vista contra el vicio de la hipocresía que dominaba en- tre los sabios de la Judea , hizo-sospechar al vulgo , que este sér, apa- recido cuando toda la nacion éstaba en expectativa del Cristo del Se- ñor, podría ser realmente el Ungido. Mas, para que nadie cayese en error , el Bautista, tan humilde en sus sentimientos , como veraz en sus palabras , clamaba y decia á la muchedumbre , que no era él el Ungido , y que ni áun se creía digno de desatar la correa de su calza- do: mas, que ya éste estaba en medio de ellos , y no tardaría muú- cho en bautizar á los hombres en Espíritu Santo y en fuego, muy de otro modo que él bautizaba con las aguas del Jordan (2). Y en efec to, un dia que Juan bautizaba , vió venir á Jesus 4 recibir él tambien Jas aguas del bautismo : y despues de haberse negado con humildad 4 bautizarlo, lo ejecutó por mandato expreso del mismo Jesus ; y apénas lo hizo , cuando se abrieron los cielos bajando el Espíritu Santo en forma de hermosísima paloma, y oyéndose tambien una voz del cielo que dijo, este es mi Hijo bien amado , en quien me he complacido (3). (1) Luc., cap. 3. v.12. (2) Matth., cap. 3,v. 41. (3) Td,, v. 19.
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