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PARTE PRIMERA QUE TRATA DE LAS RELACIONES DE LA VÍRGEN CON DIOS , CON LOS ÁNGELES Y LOS HOMBRES. LIBRO PRIMERO, O AS MARIA SANTISIMA EN LA MENTE DIVINA. Ninguna criatura pasa de la nada á la existencia, sin que Dios la haya visto con su entendimiento desde la eternidad , y haya decreta- do su existencia por un acto libre y espontáneo de su voluntad. Todas tienen contados los momentos de su aparicion , de su permanencia en la tierra, y de su desaparicion; y ni un solo segundo pueden pasar de los dias que Dios las ha señalado (1). El objeto de su creacion en gene- ral, algun fin especial que Dios tenga en criar á algunas, los desti- nos temporales que les reserva la Providencia divina en su sapientí- sima economía, y cuantos pasos ha de dar cada una en su carrera vital, todo eso lo tiene Dios escrito en el libro de los anales de los pue- blos y de los principes (2), y lo leía ya en la eternidad , porque él lama las cosas que no son, como las que son (3). No había cielo, ni tierra, ni ángeles, ni hombres, ni ningun sér visible ó invisible fuera de Dios, y sin embargo, estaban vistos por él hasta los más «minimos movimientos de los insectos más diminutos, y delineada la carrera misma que forman los rayos cuando , saliendo de la nube, recorren con velocidad el espacio, y vuelven á las gradas del trono de Dios, diciéndole: aquí estamos (4). Pero esas criaturas así previstas tienen en la misma mente divina un orden admirable de gradacion ; y aunque todas distan de Dios in- (1) Job, cap. 14, y. 5. (3) Rom. cap. 4, v. 17. (2) Psalm. 86, y. 6. (4) Job, cap. 38, v. 35.
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