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316 niel, y su madre una de aquellas nobles y virtuosas matronas con que Dios había enriquecido las familias de Abrahan, de Isaac, de Jacob, y de David , y las ciudades de Betulia y de Susan. Desde los dias de la inocencia del paraíso , donde moraban Adan y Eva ántes de ser pecadores, hasta entónces, no se había visto una felicidad como la que reinaba en la humilde casa de María : mas en- tre tanto sobrevino inopinadamente á los esposos una adversidad tan inesperada y tan amarga , que los hizo ser por espacio de tres dias los séres mas afligidos que ha habido jamás, entrando á reinar en aque- lla familia la desolacion más triste, que pueda haber en los corazones de dos tiernos esposos , miéntras haya mundo. Sucedió, pues, que siendo ya Jesus de doce años, subieron todos tres á Jerusalen con- forme tenían de costumbre á celebrar la fiesta Pascual : iban sin duda con María otras buenas hijas de Abrahan , y tambien irían con Jesus otros niños sus parientes, á quienes sus padres enseñaban desde la primera edad á adorar á Dios como Israelitas perfectos: Despues de un viaje de cuatro á cinco dias hecho á pié, llegaron todos á la me- trópoli de la religion y del reino: y habiendo celebrado con santa alegria la solemnidad del Altísimo comiendo el cordero , los panes sin levadura , y las lechugas agrestes, emprendieron su viaje de re- greso hacia la Galilea (1). Dirigíanse los santos esposos hacia su país, llevando sus corazones henchidos de gozo por haber asistido á la gran solemnidad : y despues de haber andado la primera jornada , advirtie- ron con asombro que Jesus no se encontraba á su lado. Fué llegando la turba de los caminantes , parte de hombres, parte de mujeres, y el Niño no llegaba : vinieron los niños, los niños en cuya compañía su- bió Jesus al templo, y tampoco pareció , oyéndose decir al fin que Je- sus se había perdido. No cabe en lengua humana el describir lo que pasó entónces en (4) Era el pueblo Hebreo de una santa severidad, que debiéramos imitar los cristianos, pues no viajaban jamás juntos hombres y muje- res, para evitar toda sombra de escándalos y remover cualquier peli- ro ; los niños podían ir indiferentemente con sus padres en union de os otros hombres, 6 con sus madres en compañía de las mujeres : por lo que , divididos ya los santos esposos desde el atrio del templo en dos turmas, yendo María con las mujeres y José con los hombres, creyó cada uno sin duda que el Niño estaba en compañía de su consorte : y sa- liendo de la ciudad en esta persuasion , hicieron la primera jornada, y al entrar en la posada para pernoctar , advirtieron que aquél no había venido con ninguno de los dos. Hoy dia se ve entre los judios en sus si- nagogas, que nunca están los hombres con las mujeres , sino que éstas se ponen en tribunas, y aquéllos en el cuerpo de la sinagoga. Así, aun- que no sabemos por qué medio pudo extraviarse el niño Jesus , sin em- bargo hay algo en lo que hemos dicho, que tiene vislumbre de haber podido suceder así.

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