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315 sino la de Oseas que-decía que Dios llamó de Egipto á su Hijo (1), y las que los Profetas habian anunciado sobre la santidad del Hijo de Dios, á quien todos habían llamado Nazareno , es decir, santificado y consagrado al Señor (2). Pero lo que más resplandece en estos acontecimientos, es el modo admirable con que Dios confunde á los soberbios del siglo, y se burla de todas sus maquinaciones, porque con la fuga de la Vírgen al extranjero y con haber venido despues á vivir 4 Nazareth, quedó por una parte burlada la maliciosa política de un príncipe astuto é impio , y por otra se manifestó más tarde cuánta es la necedad de los hombres que se empeñan en querer destruir la verdad. Sin duda Herodes quedó ufano y satisfecho de haber dado un gran golpe de estado : y cuando sus satélites le dijeron , que no había quedado un solo niño en las comarcas de Belén , sus cortesanos, segun usanza de los palacios , se congratularian con él, diciéndole que era un gran político, pues de un golpe había cortado de raiz mil gérme- nes de rebelion, que podrían sobrevenir en sus estados. Entre tanto el Niño Dios, salvado en los brazos de una Virgen, iba seguro á Egip- to, y la noticia de haber nacido el gran Rey que se esperaba, llegaba á penetrar hasta por los salones del palacio de los Césares de Roma, siendo Herodes mismo por su crueldad el que propaló la gran nueva, no quedándole á él más ventaja, que la de haberse convertido su nombre en padron de ignominia , hasta entre los mismos gentiles. Cuando pasen dos décadas , este Niño será un jóven, que se dejará ver lleno de gracia y de verdad , atrayéndose por su doctrina y sus beneficios 4 los pueblos enteros, siendo esto una ocasion para que se levanten contra él los escribas y fariseos ; quienes, por burlarse de él, lo llamaron: por mofa el Nazareno: y serán tan ignorantes, que dirán que nació en Nazareth y que no puede ser bueno, ni sabio, ni justo, porque jamás, segun ellos, había salido nada bueno de esta ciu- dad. ¡Ah! Eran estos fariseos verdaderos precursores de esos escrito- res, que quieren que la fe sea conforme á sus concepciones intelec— tuales, pretendiendo que Dios se acomode á sus planes erróneos, y que revele la verdad, nó como ella es, sino como ellos quieren for- jarla. Por desgracia es este el gran crímen del mundo , que se llama sabio : mas nosotros, hijos de María, desechando con santa indigna- cion esta falsa ciencia, que los mundanos tienen por preciosa, diga- mos á quien quiera con palabras ó con escritos enseñárnosla , lo que San Pedro dijo 4 Simon Mago: Sea ese tesoro para lu perdicion; y prometamos al Señor no solo no leer, pero ni aun tocar un libro que hable mal de Jesus, de la Virgen, de la Iglesia santa, ni de nada que pertenezca á la fe y las costumbres. (4) Cap. 11, y. 4. (2) Matth. cap. 2, v. 23.

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