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300 ¡Qué satisfecho quedó este hombre falso , despues que los Magos salieron para Bethlehem! ¡Qué cálculos echaba tan extensos y bri- llantes, que había de realizar despues que hubiese destruido el vásta- go último de la casa de David! ¡Qué dinastía tan soberbia había de dar 4 la Palestina la Idumea! ¡Qué nécios son estos hombres, decía, en dar crédito á las estrellas! ¡Qué estúpidos en venir á adorar á un niño, á quien ántes que pase una luna he de degollar yo mismo, para asegurar á mis hijos el trono , que ellos quieren que sea suyo! Así hablaba el cruel Herodes concluyendo cada uno de estos racioci- nios con una sonrisa sanguinaria y un ronco bramido. Sin embargo, pasaban dias y dias, sin que los Magos volviesen, lo que ponía al tira- no sombrío , suspicaz y pensativo: llegabam al propio tiempo á sus oidos rumores alarmantes, pues:se propalaba en Jerusalen , que una jóven había presentado al templo su hijo recien nacido, y que un an- clano lo había ensalzado , llamándolo la salud de Dios, la luz de los pueblos y la gloria de Israel. Quitóse, pues, entónces la máscara de piedad , con que había engañado á los Magos , determinando poner en práctica sus sanguinarios proyectos. ¿Quién los hubiera creido, decía rugiendo como un leon? Parecían tan simples aquellos ára- bes, y ocultaban bajo de apariencias candorosas el fraude y el en- gaño, pues me dieron buenas palabras, y se han burlado de mi. ¡In- sensato que he sido yo tambien en fiarme en cosas de política de apa— riencias de bondad! Podía yo con especie de honor haberlos hecho acompañar con algun grande de los que toman parte en mis intrigas ambiciosas , y éste me hubiera avisado al punto, y no me vería aho ra en esta decepcion: pudiera haber enviado á cierta distancia algu- nos esbirros disfrazados , que hubiesen traido en seguida la cabeza de ese llamado Rey y la de su Madre, para que no pariese otro que le sucediese. ¡Qué necedad tan grosera haber sabido empezar , y no ha- ber sabido concluir una maraña traidora ! Pero no crea ese miserable hijo del pastor de Efratá, que pueda él más que un poderoso idumeo: mandaré ocupar los vados del Jordan y las gargantas de todos los mon- tes : formaré un cordon de tropas hasta Gaza y Ascalon , para que no pueda evadirse una sola: mujer de la comarca de Bethlehem, y dego- llaré á cuantos niños han nacido en estos dos años , y nose me esca- pará el llamado Rey de los Judíos. No se entregó el sañudo tifano al reposo de la noche, sin escribir ántes la sentencia de muerte y exterminio de los niños, que hubiesen nacido en Belen y sus comarcas despues de dos años, y sin tomar con gran prudencia todos los medios que convenía ejecutar , para que no se le escapasen de entre las manos la madre y el niño , que tanto te- rror le inspiraban. Pero ya era tarde ; porque por más que los políti- cos del mundo aten todos los cabos y tomen todos los caminos y ata- jos en negocios que vayan contra Dios , siempre se les queda alguno

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