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280 al señor del mundo terreno. Lo cierto: es, que habiendo llegado los esposos á esta ciudad, fueron recorriendo una por una las posadas y paradores, y en todas partes encontraron palabras poco suaves, y ne- gativas á sus humildes pretensiones, no pudiendo alojarse en parte alguna : y como el cansancio de cinco dias de viaje no era poco, y las brumas invernales arreciaban bastante, determinaron los pobres viaje- ros retirarse á algun lugar abandonado de todos, donde pudiesen guarecerse. Dieron, pugs, la vuelta á lag cercanias y ejidos de la ciudad: y habiendo encontrado un pobre portal junto 4 una cueva, donde se recogían algunos animales, entraron en él : y llenos de gozo, tomaron descanso despues de haber limpiado el Santo Patriarca el suelo , y aseado lo posible todos los rincones , para que su consorte se reposase , miéntras él la preparaba un poco de refeccion. Era al concluir el otoño , cuando los santos esposos salieron de Nazaret, y había ya la nieve cubierto no sólo las crestas del Libano sino los humildes valles , cuando entraron en Bethlehem. Mas ¿quién no alaba á la sabiduría divina, qye con fuerza y suavidad lleva todas las cosas á su fin? ¿Quién no mira con desprecio 4 un mundo, cuyo saber es tan superficial , que apénas puede pasar de la corteza de las cosas, y aprecia á los hombres segun la máscara exterior del lujo y de las riquezas : y es tan necio , que desecha la nobleza y la grandeza, porque no llevan el ropaje de la sensualidad , y acoge con aplauso la innobilidad y la degratlacion , porque se visten con el oropel.de un exterior, que deslumbra el sentido? Quería Dios nacer en la pobreza, y permitió que un principe altivo y tirano diese un edicto, que obli- gó á su pobre madre á abandonar su propia morada, para ir 4 reco- gerse en una cueva: quería no tener albergue alguno al aparecer en la tierra. , y movió los corazones de todos los descendientes de Beth- lehem, á que obedeciesen á su emperador ; y confluyendo éstos á su ciudad natal y tomando la delantera á los pobres viajeros de Nazaret, no deja ron vacio un solo rincon de una casa, para los que vinieron los últimos. Entre tanto, el mundo siempre fátuo y desacertado en sus elecciones, vió que llamaba á sus puertas una caravana pobre, que venía sin aparato, y la desechó: y al despedirla , daba repulsa á la heredera del trono de David , á la Madre del Mesías, y á la Señora del mundo: y al decirla quizás con desden , que podía ír 4 recogerse en algun establo vecino , la mostraban con el dedo el paraje que desde la creacion del mundo había Dios señalado para su cuna. En efecto , los santos Esposos dieron gracias al Señor por haber- les deparado aquella guarida, en:la cual se ocupaban como en Naza- reth, en contemplar las misericordias del Dios de Israel, y cantar sus alabanzas. Mas, había llegado ya la hora feliz, anhelo de cuarenta siglos : los mortales yacían entregados á profundo sueño, y en las cercanías de Belen reinaba el silencio de la media noche , apénas in-

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