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235 dable bañaba los espacios, y dividía la pasada noche de la culpa del dia esplendoroso de la gracia, que iba á amanecer entre misterios augustos é inefables , que no se cumplirían jamás, si no les precediera la Concepcion inmaculada de María: lo pasado y lo futuro todo con- verge á este evento, como al centro de las obras más portentosas de Dios , cuales son las de la reparacion del hombre. Dedácese de todo esto que la Vírgen María merece en el primer instante de su sér natural el respeto de los ángeles y el amor y ler- nura de los hombres. ¿ Y quién podrá conocerla sin amarla ? ¿Quién sa- brá lo que vale su amor, sin quese sacrifique por poseerlo? ¡Ah! Todo el que tiend verdadera fe cristiana, y echa una mirada al suce- so feliz , en que se diera el primer paso en la carrera gigantesca de la redención , ve á esta inclita Señora subiendo al horizonte de la yida, hermosa como la luna , escogida como el sol, terrible como legion bien ordenada de soldados (1); y postrado ante su Madre y Reina, no puede ménos de entonar un himno de gloria, diciéndole con amor: Dios te salve, paloma inmaculada, escogida , amiga, querida del Al— tísimo , Hija, Madre, Esposa del Señor; Dios te salve, esperanza mía , mi gloria , mi consuelo, mi refugio; Dios te salve, alegría de mi corazon, objeto de mis pensamientos, centro de todos mis deseos y fin de mis acciones. Tú has sido como la estrella, que miraron fija- mente las generaciones, que en el largo período de cuarenta siglos han caminado por este valle de lágrimas , suspirando siempre por el dia de tu aparicion. A tf miraban aquellos hombres inspirados de Dios , que veían un horizonte inmenso de luz, cuando contemplaban el momento en que te dejarías ver de los hombres: y 44 tambien di- rigirán sus: miradas todos los que deseen hallar la sabiduria y la di- cha en medio de la ignorancia y de los sinsabores del destierro del mundo presente, y la vida dichosa en el venidero ; á tí, por tanto, que acabas de pasar de la nada á la existencia, consiguiendo en el primer instante de tu sér la victoria más completa sobre nuestro enemigo, te saludo llena de gracia , inmune de toda mancha, victoriosa del in- fierno, amiga de Dios, y te prometo amarte como á principio de mi dicha en la tierra , y consumacion de esa misma felicidad en el cielo. Tal es la hija, que el ángel prometió de parte de Dios á los Santos Joaquin y Ana; y no pasó mucho tiempo, sin que la veuerable hija de David sintiese en sí misma los síntomas de la maternidad, pues al poco de haber venido su esposo de la soledad , cumplió Dios la pala- bra que les había dado. A medida que iba andando el tiempo, se iba descubriendo más , que Ana era madre, no pudiendo al poco encu—= brirse ya á nadie el prodigio que Dios había obrado, dando fecundi- (1) Cant. 6, 9. *
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