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229 tan admirable se opera ? Dios mismo determina poner sus plantas en la tierra: y se busca entre los hombres uno que lo-reciba, para sacar á su linaje de la esclavitud, y devolver á todas las criaturas la her- mosura que casi habían perdido. Mas, por muchos hombres insignes que hubiesen venido al mundo, como por ejemplo, aquel Moises ha- cedor de tantos portentos, aquel otro, á quien podemos llamar porte- ro del cielo, Elías , y toda esa corona gloriosa de profetas, ninguno de ellos sin embargo fué encontrado digno de aquello, para que se ne- cesitaba. «Por fin, aunque despues de muchos tiempos , apareció aquel hombre nuevo, único capaz de recibirá Dios, elemento verdadera- mente grande y vivificador , rocío celestial, vaso hecho para contener á Dios, la hermosísima niña, la Virgen , por la cual el hombre se encuentra libre de aquella calamidad, y recupera aquella dignidad antigua, siendo colocado en su trono regio, burlándose así de su en= gañador, y atándolo á él con las mismas cadenas, con que él había constreñido al hombre. Ostentan ya desde aquel momento su hermo- sura todas las criaturas , y predican la magnificencia de su Criador. El nacimiento de la Vírgen es el orígen de la regeneracion de todas las cosas , de la renovacion de todo, y de la vuelta á la antigua her- mosura que tenía el mundo. Nada ménos que esto trae á la tierra el nacimiento de la Vírgen (1).» Todas estas grandezas encerraba la promesa hecha por el ángel * á los últimos retoños del árbol de la descendencia de Abrahan, y con la esperanza de su pronto cumplimiento se retiraron al hogar do- méstico, bajando Joaquin del monte, y uniéndose en santo consorcio con su esposa Ana : y de ellos podemos decir, que, no por voluntad de la carne , ni por voluntad de varon, sino por movimiento inspira- do por la voluntad divina , llegaron á aquel momento, en el cual se eumplía la derrota anunciada con amenaza al corruptor del linaje hu- mano , poco tiempo despues de la caida del hombre. (4) $. Isidor. Thessalónic., serm. in Nativit. B. V. Mariw, n.* Y, VI.