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214 se faltado 4 lo que Dios le mandó en el paraíso, no hubiéramos visto un solo cuerpo imperfecto ; ni hubiéramos conocido los defectos que vemos en algunos, defectos que impiden muchas veces que el alma desenvuelva sus potencias , ó que adquiera la perfeccion de que es capaz, y para cuya asecucion ha sido unido el cuerpo al alma. Sin em- bargo, como el pecado no destruyó la esencia de la natnraleza huma- na , así como despues de él quedó en nuestra alma la imágen de Dios completa , aunque si algo afeada por la culpa, y viciada toda el alma por la propension á la concupiscencia de lo terreno, así nuestro cuer- po quedó integro en su esencia y sus propiedades , siendo condenado á separarse del alma, á morir y disolverse, caminando á esa disolu- cion 4 pasos lentos por medio de las malas influencias del tiempo , de las intemperies , de las enfermedades y de la misma corrupcion , que llevamos dentro de nosotros mismos; de la cual Dios nos hubiera pre- servado , si no hubiera sobrevenido el pecado, así como lo hará des—= pues de la resurrección , pues es una misma el alma, que en este mundo da vida al cuerpo, y en el otro le dará inmortalidad. Nnestra naturaleza fué viciada por la culpa , pero sin que se per- diese la esencia de ninguna de las dos sustancias que la componen. ¿No vemos cuán perfecta y cumplida es la hermosura del cuerpo hu- mano , y qué armonía guardan los sentidos corporales con el objeto y fin de sus operaciones? No hay en el mundo visible objeto alguno que sea tan hermoso como el cuerpo del hombre , ni existe un cuadro animado más bello y perfecto que su rostro, pues en él se retratan con toda propiedad las afecciones espirituales del alma. Los labios, las mejillas, la frente , los párpados , las pupilas , segun sus movi- mientos, sus contracciones , sus colores y su brillo, dicen instantá- neamente que el alma padece tristeza 0 alegría, que tiene amor ú odio , que se eleva ó se abate, que está en calma ó en furor; que ama con delirio ó aborrece con furia, que se levanta al cielo Ó se arrastra por la tierra. Esos mismos ojos , que brillan con la alegría, tienen á las veces un velo de tintes oscuros , al través del cual se ve la tristeza más destructora; esa frente, que parece alguna vez serena como el cielo , otras describe huracanes que turban la paz interior; esos labios, rosados ahora por la satisfaccion interior , luégo están lividos y convulsos por la ira; esas mejillas de. suaves luces de sere- nidad , se enrojecen como el hierro candente-con el fuego del furor. Grande es , á no dudarlo, la belleza del cuerpo humano , hecho por Dios para. que una alma racional , espiritual € incorruptible le diese movimiento , animacion , vida , inmortalidad. Ni tampoco hay objeto alguno en el mundo visible, donde más resplandezca la sabiduria de Dios, que el mismo rostro humano , pues con razon se dice que es el espejo, donde el alma delinea' sus afec— ciones: porque cada rostro es un monumento animado de la grande

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