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190 Madre, será su Esposa: será Hija del Padre, porque éste le da su Hijo: será Madre del Hijo, porque lo engendrará real y verdadera- mente en la naturaleza humana: será Esposa del Espíritu Santo, por- que formará éste con su virtud el cuerpo de su Hijo, y cuando este instante llegue, las relaciones de la Vírgen con las tres personas di- vinas serán tan inefables é incomprensibles, como lo son todos los misterios de Dios, como ya lo hemos visto. Y cuando enlas operaciones de una criatura hay cosas incomprensibles é inefables, ¿qué hay que decir de ella, sino que tiene una esfera peculiar donde vive, que está tocando con lo inmenso é infinito que es Dios, y que dista infinita- mente de la esfera en que viven Jos ángeles y vivimos los hombres? Darémos fin 4 esta materia tan encantadora para el corazon, di- rigiendo ála Virgen aquellas afectuosisimas salutaciones del Beato Juan Geómetra, que dice así (1): «Dios te salve, oh Virgen, que fuiste forma para quien no la tiene, medida para el que es inmensura- ble, seno parael inmenso , y trono para el que no cabe en el mundo. Tá eres más sublime que los Tronos, más sábia que los Querubines, más ferviente que los Serafines. Tú eres más terrible que las Potesta- des, más poderosa que las Virtudes, de más imperio que las Domina- ciones, de más mando que los Principados, más veloz que los Ar- cángeles , y más opulenta y dichosa que los Angeles. A algunos de éstos les ha concedido Dios que lo lleven sobre sus alas, á otros les da un poco de ciencia, ó un poco de fuego, Ó una fuerza exigua para trabajar lo que él quiera; pero á tí te concede que lo lleves en tu seno, habiéndote dado el Verbo, para que lo tengas en tu co- razon , y despues en tus propios brazos, y lo acaricies y lo selles de ósculos. Sé bendita, oh Vírgen, cuyas alabanzas ni pueden com- prender, ni pueden elegiar los mismos moradores del cielo. Tú eres el portento que el Serafin no puede encomiar , ni el Querubin mirar como quisiera, ni entendimiento alguno, sea de los más su- blimes del cielo, puede examinar. Dios te salve, oh Vírgen, que fuis- te concebida en gozo, y concebiste tambien en gozo, y diste á luz al que es nuestro gozo, y para decirlo todo de una vez, has sido el gozo de los qe viven en el cielo y en Ja tierra, gloria de nuestro li— naje, hermosura de los cielos, y ornato de ambos mundos, el del tiempo y el de la eternidad. (1) B.Joann. Geometr. , serm. de Annuntiat. , núm. 37, et 38.
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