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187 que los ministros (1).» Y esta intensidad y plenitud total de gracia conviene muy bien con la dignidad que había de tener de Madre de Dios, por ser esta dignidad de un órden tan elevado , que podemos llamarlo infinito. Lo hemos dicho, y lo repetimos, la existencia de la Virgen era regulada por leyes especiales decretadas por Dios para ella sola; pero esas mismas leyes tenían una ley reguladora de ellas mismas , y era la de haber sido decretado desde la eternidad que esta Virgen engendrase á Dios en sus entrañas virginales. No podemos ménos de apropiarnos en este lugar un raciocinto de uno de los teólogos más eminentes de los tiempos modernos , quien resume en poco cuanto pudiera decirse sobre lo que entraña la digni- dad de Madre de Dios. «Es mayor, dice, que los cargos y dignidades de todos los Santos, aunque se reunan todas en un punto, corres- pondiéndole por consiguiente más gracia que las que tuvieron aqué- llos todos juntos (2).» Para demostrar que esto no solo convenía á la dignidad, sino que realmente sucedió así, no hay más que tomar en la mano el peso regulador de las gracias que Dios da 4 las criaturas, que es el amor que las tiene. Pues bien: «la Bienaventurada Virgen, dice aquel teólogo, era amada de Dios en el primer instante de su vida , más que ningun ángel ú hombre : por lo que, correspondiendo la gracia al amor, y siendo como su objeto, se le dió mayor que la que tuvieron los ángeles, áun siendo bienaventurados, Porque desde aquel primer instante el Verbo la amaba como á su Madre futura: pues si bien todavía no era madre en realidad, estaba destinada á esta dignidad , y la persona del Verbo la amaba y la santificaba como á una persona que le pertenecía mucho, como que sería su Madre.» Todo este raciocinio hace ese gran teólogo (3) siguiendo la doctrina de Santo Tomás de Aquino, quien afirma con casi todos los doctores de la Iglesia, que una vez elegida la Virgen para ser Madre de Dios, queda fuera de duda que Dios mismo, á fuerza de gracias, la hizo idó- nea para esa dignidad (4). ¿Cuáles y cuántas lenían que ser por con- siguiente estas gracias? «Si se llevasen á un término infinito , con= cluye su raciocinio aquel teólogo , todavía no pasarían los límites, ni tendrían la proporcion conveniente á su dignidad. De lo que vamos diciendo se desprende una verdad, y es que no hay en las sublimes regiones de los cielos más que un solo sér , con quien la Virgen pueda tener alguna atingencia, y este sér es el Hijo de Dios. Distaba en realidad de este sér divino por grados infinitos; pero esa distancia la llenó Dios con tantas gracias , que pusieron á la (1) B. Dionys. Cartusian., lib. 2 de Laud. Virg., a.1. ES Suarez in 3. p., disput. 18, lect. 4. 3) In3p., disput. 4, lect. 1. (4) D. Thom. 3 p., quest. 27, art.5,ad 1.

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