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183 en ella , ¿no se habían de arrodillar ante aquella Virgen? Tenía un cuerpo, era de carne: y ¡qué! ¿no sabían lo que había ocurrido dentro de aquel cuerpo? ¿no tenian un conocimiento exacto de lo que valía aquella carne santísima y virginal ? ¿No habían sido testi- gos de aquel acto , el más imponente que hubo en los cielos, en que el Verbo bajó de lo más alto de ellos y se hizo carne en las entrañas de aquella Virgen? ¿No habían tomado ellos mismos la parte , que les correspondía , como áulicos de Dios? ¿No sabían que el purísimo seno de esa Virgen había sido el lugar, donde se había celebrado el despo- sorio eterno de Dios con la naturaleza humana , y que ellos habían estado udorando allí mismo á su Dios y Señor? ¿No sabian que el Padre Eterno estaba inseparablemente con su Hijo , y que junto con ellos estaba tambien el Espíritu Santo, y que siendo tres personas realmente distintas , no se separan jamás, y por consiguiente, el Pa- dre estaba en el Hijo , cuando éste se encarnaba sin encarnarse él, y que estaba tambien en el Hijoy en el Padre el Espíritu Santo , for= mando el cuerpo santísimo del Hijo con la sangre y los liquidos más puros de la carne sacratísima de la Virgen inmaculada ? Todo esto y mucho más sabían los ángeles : y es preciso confesar, que, siendo esos espíritus humildísimos , y no teniendo mayor com- placencia , que la de formar con sus alas el trono del Hijo de ios, era tambien para ellos una felicidad suprema el servir de peana y es- cabel á la Virgen Madre. Y ¿por qué? Porque sabian que, á pesar de ser el cuerpo de la Vírgen de carne corruptible, valía delante de Dios más que todos ellos juntos, porque Dios moraba en él como en el cielo, y había sido un verdadero cielo. Pero, no hemos de comparar á los ángeles con la Vírgen despues que fué Madre de Dios , sino ántes que llegase en realidad á esta dig- nidad. Puestos en aquel caso, los ángeles son criados, son ministros, son áulicos, miéntras que la Vírgen es Reina, es Señora, es Sobe- rana absoluta ; pero puestos en éste , no hay esla desproporcion : ellos son' príncipes del cielo , jefes de la milicia celestial unos , gobernado- res del mundo otros, custodios y centinelas de imperios éstos , em- bajadores de Dios aquéllos: y por fin, todos son tan grandes en el reí- no de los cielos , que el menor de ellos es mayor que los grandes san- tos y profetas (1), miéntras que la Vírgen no es más que un individuo de la naturaleza humana , hija de padres que vinieron al mundo con el peso del reato universal, y condenados á morir como los demas hijos de Adan ; porque para ellos, así como para todos los vástagos de la gran familia humana , se había dado el decreto de Dios, que los su- jetaba á las penas temporales de frio, hambre, desnudez y trabajos (4) Matth., cap. 11, v. 11.

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