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167 sejero, al padre del siglo venidero, al principe de la paz, al pacifica- dor del cielo y de la tierra, al Criador del mundo, de los ángeles y los hombres, al que es, por fin, el ínico objeto de todas sus com- placencias desde la eternidad. Y al hacer á la Virgen esta donacion, ósta es elevadaá la filiación única que puede haber entre una criatu- ra y el Padre Eterno; pues á ella tambien dijo, desde que le dió 4 su propio Hijo, qne era su Hija la muy querida, la muy amada, la muy privilegiada, y la única escogida, para tener en ella todas sus com- placencias. Sin-embargo , hay una circunstancia en esta donacion digna de ser meditada con gran sabiduría; y esque el Padre no quiso hacerla, sin darántes conocimiento 4. la misma Virgen , y esperar que ella misma contestase al embajador del cielo que consentía en todo lo que se la proponía de parte de Dios (1). Todo esto manifiesta que se iba á verificar en aquel momento soberano un desposorio, entre Dios y la Virgen; y en: efecto, .así.se verificó , dándose ella enteramente á Dios , para que se efectuase en su seno el mayor portento de su OMni- potencia, y entregándose Dios tambien á ella tan omnimodamente, que María lo engendró como verdadera Madre , y él se hizo. en toda verdad y realidad su hijo. Las relaciones de donacion son mútuas entre Dios y María. Dios se da todo 4 María, así como María se da toda á Dios: María concibe á Dios, engendra á Dios, da 4 laz 4 Dios , envuelve en pañales 4 Dios, da su pecho virginal á Dios, viste 4 Dios , alimenta 4 Dios, cuida de Dios, educa 4 Dios , manda á Dios, y Dios se pone en manos de María , como si fuera un sér necesitado. El. portento es inefable, pero. és. real, Desde que Dios quiso tomar la forma de siervo , se re— vistió de nuestra' fragilidad, tomando todas nuestras enfermedades ménos el pecado; y hé aquí que en Belen nace en el desamparo, y María lo faja; lora, y María lo consuela ; tiene hambre, y María lo alimenta; padece frio, y María lo cubre y lo arrulla, como la paloma á su hijuelo ; lo persiguen los tiranos, y ella lo salva en países lejanos; lo pierde, y lo-busca con lágrimas inconsolables; y por fin, lo llevan al suplicio sus enemigos , y ella se apresura á consolarlo. No son distintos el Hijo que engendra el Padre, y el que engen- dra María; el mismo que era engendrado en. los resplandores de la santidad infinita, el mismo que es engendrado hoy, el mismo que será engendrado por los siglos de los siglos, cuando llegó el momento determinado por él y su Padre, fué engendrado en el seno virginal de María. Desde entónces , preciso es decirlo , el corazon de la Vir- gen fué más espacioso que los cielos y más profundo que los abismos, (4) + Lac. , cap. 7, vw. 14,

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