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14 dio para que fuera su aspecto sin gloria entre los hombres, como había dicho Isaias (1), no obstante que era el res- plandor de la gloria del Padre, y traia escrito en su ropaje el titulo de : Señor de los señores y Rey de los reyes (2). Todo cuanto puedan decir los hombres sobre las exce- lencias de esta Virgen, no es más que un ligero vislumbre de los” resplandores de su santidad : porque realmente en María Santísima no se comprende más que una cosa , y es, que es hija del linaje humano, que es criatura; pero en pa= sando de ahi, todo lo demás es incomprensible. Ser Virgen y ser madre al mismo tiempo ; ser Madre de Dios, y conte- ner en su seno al que es por esencia infinito é inmenso; te- ner á Dios amor de madre; alimentar al Criador que la ha criado á ella misma; mandar al que es Señor del mundo, Rey de los reyes y conservador de cuanto ha salido de sus manos; y por fin, estar viviendo treinta y cuatro años con este Dios hecho hombre, ayudándole á consumar una obra mil millones de veces más portentosa que la creacion del mundo. y todo esto sin poder pasar ni un ápice de la línea de criatura , es un misterio incomprensible : mejor dicho, todo cuanto pertenece á la Virgen María desde que fué concebida hasta que fué llevada 4 los cielos despues de su dichoso tránsito y resurrección gloriosa, es un encadena= miento de arcanos misteriosos, á cuya comprension no puede llegar el hombre. Asi es, que los que han contemplado más detenidamen- te las grandezas de esta Virgen, que son los Santos Pa-= dres, cuando hablan de ella, parecen unos séres más que humanos en la expresion sublime y celestial. con que ma- nifiestan sus conceptos. Al querer describirlas, han tenido que proceder por vía de comparaciones, porque veían que no era posible entrar en su exámen íntimo; y para buscar- (1) Isai., cap. 52, v. 14. (2) Apoc., cap. 19, v. 16.

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